LA GUERRA FRÍA
Contenido: La Guerra Fría y el surgimiento de un nuevo orden
Fuente: Extracto tesis Henríquez Orrego, Ana, Propuesta didáctica para la enseñanza de la Guerra Fría: Las principales características del mundo bipolar configurado entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y la caída de la Unión Soviética, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, 2005.
LA GUERRA FRÍA, EL FIN DE LA GUERRA FRÍA Y EL SURGIMIENTO DE UN NUEVO ORDEN[1]
Un mundo Bipolar
La Guerra Fría fue un conflicto de orden mundial entre Estados Unidos y la Unión Soviética.[2] Estos países en el transcurso del siglo XX se instalaron en la cúspide del poder, alcanzando ambos la categoría de superpotencias. Tradicionalmente se considera que este peculiar conflicto tuvo su punto de partida tras la Segunda Guerra Mundial, una vez que los dos principales vencedores no lograron compatibilizar sus tan disímiles puntos de vista respecto de los destinos que habrían de seguir los territorios que habían sido asolados por la guerra.[3] Sin embargo, no es posible comprender el conflicto suscitado entre Estados Unidos y la Unión Soviética a partir de 1945, si no se tiene presente el origen de las desavenencias entre ambas entidades políticas, es decir, el año 1917, cuando se produjo la Revolución Bolchevique en Rusia.[4] A partir de este momento el comunismo se presenta como una seria alternativa frente al capitalismo.
La Guerra Fría fue una lucha que alcanzó su concreción máxima, una vez que ambas entidades políticas -EEUU y URSS- se instalaron en la cúspide del escenario internacional, quedando frente a frente en mitad del continente Europeo; allí, hasta donde sus ejércitos habían logrado llegar en la arremetida contra las tropas nazis. Desde esta perspectiva, la Segunda Guerra Mundial sólo vino a constituir el último paso que hizo de la Guerra Fría un conflicto de orden mundial. Así, la alianza forjada entre la Unión Soviética y los países occidentales a partir de 1941, sólo habría significado un paréntesis en la historia de la Guerra Fría. Como señala el historiador británico, Eric Hobsbawm, la Alianza de Guerra contra Hitler constituyó un hecho insólito y temporal, y a la vez “un proceso paradójico, pues durante la mayor parte del siglo, excepto en el breve período de antifascismo, las relaciones entre el capitalismo y el comunismo se caracterizaron por un antagonismo irreconciliable”.[5] En efecto, esto último es clave para comprender los acontecimientos que se suscitaron tras el fin de la guerra. Aquella “insólita alianza” no logró sobrevivir una vez que el enemigo común había sido derrotado. De la guerra no salió un mundo unido, sino uno bipolar. A partir de 1945 la victoria había hecho desaparecer el único lazo que unía a los aliados.[6] Tras la Guerra se encontraron frente a frente dos sistemas opuestos de organización de recursos, el Socialismo y el Capitalismo.
La Guerra Fría se manifestó inicialmente en Europa, donde se produjeron las primeras fricciones entre las dos superpotencias,[7] no obstante, pronto cada una aceptó, tácitamente, la esfera de influencia de su oponente y así se estabilizó, o más bien se congeló la división de Europa durante todo el período que abarca la Guerra Fría, desde 1945 hasta 1989-1991.[8] Este último factor fue la causa para que la Guerra Fría se extendiera hacia la periferia, especialmente, a aquellos lugares donde la delimitación de las influencias aún no estaba definida. Como ejemplo crucial se encuentra Asia, con la excepción de Japón, que tras su derrota pasó a ser controlada exclusivamente por Estados Unidos.[9]
La Guerra Fría fue un conflicto global de carácter económico, político, ideológico y cultural entre dos bloques antagónicos, liderados por Estados Unidos y por la URSS. Tal conflicto mantuvo un estado permanente de tensión internacional; la confrontación este-oeste no fue directa, sino que se hizo a través de terceros países.
Entre las principales características de este conflicto podemos consignar las siguientes[10]:
- Insolubles diferencias de los modelos políticos y económicos auspiciados por cada uno de los contendientes (capitalismo y democracia liberal v/s socialismo y democracia popular)
- Manifestación de las hostilidades a partir del apoyo económico y militar a terceros países.
- Peligro atómico como factor fundamental para no arriesgarse a sostener una guerra directa.
Crisis y colapso de la URSS: fin de la Guerra Fría
Si bien es cierto, el fin de la Guerra Fría fue confirmado durante la presidencia de George Bush en Estados Unidos, el proceso que condujo al fin de este conflicto estuvo liderado por Ronald Reagan y Mijaíl Gorvachov. A George Bush sólo le correspondió presenciar la estocada final de la Guerra Fría. Al principio de su mandato se derrumbó el comunísimo en Europa del este (1989) y se desintegró la Unión Soviética (1991), estos dos hechos confirmaron de forma innegable el fin de la Guerra Fría.
No obstante, el proceso que condujo al fin de la Guerra Fría tuvo como principales protagonistas a Ronald Reagan y Mijaíl Gorvachov. Como señala Henry Kissinger, ambos mandatarios estaban convencidos de la victoria del propio bando. No obstante, el primero comprendió bien las fuentes de su sociedad, mientras que Gorvachov precipitó la caída de su sistema al exigir una reforma para la cual no estaba preparado.[11]
La Guerra Fría llegó a su fin, esencialmente, por dos causas: por una parte puede ser considerado como factor importante la presión económica ejercida por el rearme auspiciado durante el primer período de Ronald Reagan y por otra las transformaciones internas experimentadas por la Unión Soviética durante el proceso de reformas emprendidas por Mijaíl Gorvachov. No obstante, el factor fundamental, estuvo dado por los efectos concretos que provocaron las reformas aplicadas en la URSS durante la década de los `80: Éstas no lograron reactivar la alicaída economía soviética y a la vez contribuyeron a destruir el sustento político e ideológico del régimen soviético.[12]
Ahora bien, el largo periodo de enfrentamientos sostenido entre EEUU y la URSS provocó que hacia mediados de la década de 1980, la Unión Soviética se viera enfrentada al desgaste y la asfixia suscitados por una carrera de armamentos que había consumido sus recursos económicos durante décadas.[13] Ante tal situación, el último de los líderes soviéticos, Mijael Gorvachov, emprendió un profundo programa de reformas, conocido como Perestroika (reestructuración) y Glasnost (transparencia). Pero la URSS no logró sobrevivir a los planes de reformas. La Perestroika y la Glasnost esperaban dar una respuesta a los múltiples problemas que aquejaban al sistema soviético, pero mientras más duraba el proceso de reforma, más demostraba su ineficacia.
A partir de 1987 comienza a ser una realidad la necesidad de una reforma radical de la economía. En la reunión Plenaria del Comité Central del PCUS en junio de 1987 se adoptaron los “principios de reestructuración radical de la gestión económica”.[14] A partir de estas políticas, la planificación fue reemplazada por mecanismos de desarrollo auto sostenido, es decir, se crearon mecanismos que entregaron autonomía de gestión a las empresas soviéticas, además de un circuito de incentivos a la productividad, con ello la Perestroika trató de hacer eficiente y competitivo el grupo de empresas estatales. Desde ese momento se esperaba que las empresas se dirigieran según el principio de que la producción debe cubrir los costes, junto con el hecho de que las empresas debían financiar sus actividades sin subsidios gubernamentales. Por otra parte, uno de los primeros pasos legislativos de la Perestroika también estuvo dado por la ley sobre trabajo individual (noviembre de 1986), dirigida a estimular la iniciativa de los individuos para realizar una serie de actividades económicas ligadas al sector de pequeños servicios.[15] Como señala Rafael Aracil, se esperaba que estos cambios estimularan a las empresas soviéticas para que se volvieran competitivas y se alcanzaran así los objetivos propuestos por la Perestroika.[16]
Desde el punto de vista político, la Perestroika contemplaba una reestructuración tendente a democratizar la Unión Soviética. Respecto de este punto, en su libro Perestroika, Gorvachov afirma:
“Estamos firmemente convencidos de que solamente a través del desarrollo constante de formas democráticas intrínsecas al socialismo y a través de la expansión del autogobierno, podemos hacer progresos en la producción, la ciencia y la tecnología, la cultura y el arte y en todas las esferas sociales... la perestroika misma solo puede alcanzarse a través de la democracia... al obtener libertades democráticas, las masas trabajadoras llegan al poder... la reestructuración radical y completa también debe desarrollar el potencial total de la democracia.”[17]
Ahora Bien, en el ámbito internacional, la postura de Gorbachov fue más allá de un mero repliegue táctico. La Perestroika contemplaba la apertura total a occidente, a través de la adopción de una nueva política exterior que buscaba el entendimiento y el fin de las tensiones. Consciente de la imposibilidad de conjugar la Guerra Fría y la solución de los graves problemas que aquejaban a la economía y la sociedad soviética, el líder soviético, proclamó en el XXVII Congreso del PCUS en 1986 lo que denominó un “nuevo pensamiento político”: el nuevo mundo se caracterizaba por la “interdependencia global”, en adelante, había que olvidarse de la lógica de la Guerra Fría y buscar la cooperación y el consenso en la dirección de las relaciones internacionales. Se trataba de buscar “una acción recíproca, constructiva y creador al mismo tiempo... para impedir la catástrofe nuclear y para que la civilización pueda sobrevivir".[18] Del mismo modo, esta idea la expresa con claridad en su libro Perestroika (1987):
Desde luego, seguirá habiendo distinciones. Pero, ¿debemos entablar un duelo por su causa? ¿No sería mejor pasar sobre las cosas que nos dividen, en nombre del interés de toda la humanidad, en nombre de la vida en la tierra? Hemos hecho nuestra elección, afirmado nuestra visión política, a la vez mediante declaraciones y mediante acciones y hechos específicos. La gente está cansada de tanta tensión y enfrentamiento. Prefiere buscar un mundo más seguro y confiable, un mundo en que cada quien conservará sus propias opiniones filosóficas, políticas e ideológicas, y su modo de vida.[19]
Desde esta perspectiva, la URSS se preparaba para un gran repliegue, tanto en su competencia con los EE.UU. como en los compromisos internacionales que había ido adquiriendo a lo largo de la Guerra Fría.[20] Al constatar la realidad de la situación soviética, Gorvachov se dio cuenta de la necesidad de reducir las obligaciones en el Tercer Mundo y evitar contraer nuevos compromisos. Decidió reducir la ayuda soviética a las fuerzas marxistas en Nicaragua, Camboya, Angola y Etiopía, así como poner fin a la costosa intervención militar en Afganistán. En efecto, a fines de 1988, la URSS de Mijaíl Gorvachov se había desecho ampliamente de los conflictos que sostenía en los distintos continentes.[21]
Gorvachov intentó superar los problemas aplicando un amplio programa de reformas conocidos como Glasnost y Perestrika. No obstante, el líder soviético no logró sus objetivos, pues como señala Henry Kissinger, mientras más duraba la Perestroika y la Glasnost, más aislado quedaba y más confianza perdía. Cada reforma resultó una medida a medias que aceleró la decadencia soviética.[22] En el intento por reformar el comunismo, y en particular su esfuerzo por instituir una democracia limitada tanto en la Europa del Este como en la Unión Soviética, permitió que los críticos del comunísimo negaran su legitimidad. Desde esta perspectiva, una vez que fue abandonado el comunismo, que era el aglutinante que mantenía unido al imperio soviético, tanto los países de Europa del Este como las repúblicas que constituían la Unión Soviética aprovecharon la oportunidad para seguir su propio camino.[23]
Ante este panorama, la presión norteamericana viene a sumarse a todos los problemas internos de la Unión Soviética,[24] pero no es en sí la causa primaria del colapso de la URSS. En este punto debemos señalar que los objetivos declarados del gobierno de Ronald Reagan fueron utilizar la carrera de armamentos para someter la economía soviética a una presión que la llevase a la quiebra. En sus memorias Reagan afirma: “me proponía hacer saber a los soviéticos que íbamos a gastar lo que hubiera que gastar para llevarle la delantera en la carrera de armamentos”.[25] No obstante, como señala Hobsbawm, no fue la cruzada emprendida por Reagan, contra lo que él llamaba “Imperio del Mal”, la que produjo el colapso soviético, fueron los propagandistas norteamericanos los que afirmaron que su caída se había debido a una activa campaña de acoso y derribo. “Pero no hay la menor señal de que el gobierno de los Estados Unidos contemplara el hundimiento inminente de la URSS o de que estuviera preparado para ello llegado el momento. Si bien tenían la esperanza de poner en aprieto a la economía soviética, el gobierno norteamericano había sido informado, erróneamente por sus propios servicios de inteligencia de que la URSS se encontraba en buena forma y con capacidad de mantener la carrera de armamentos. A principios de los ochenta, todavía se creía que la URSS estaba librado una firme ofensiva global”.[26]
El fracaso de las reformas y el fin del bloque comunista
El proyecto de Gorbachov implicaba la imposibilidad de mantener por la fuerza a los regímenes de las “democracias populares” tal como se habían configurado tras las sucesivas intervenciones soviéticas. La Perestroika y la Glasnost tuvieron una inmediata consecuencia en los estados satélite de la Europa del Este. La forma en que Gorbachov puso en marcha el desmoronamiento del “imperio soviético” fue simple: no hacer nada para defender los regímenes del Este europeo. Sin la intervención soviética, estos gobiernos fueron barridos con extraordinaria facilidad en el corto plazo de unos meses. En definitiva, como señala Kissinger, la actitud de Gorvachov era la renuncia explícita a la “Doctrina Brezhnev”, según la cual la URSS tenía el derecho y deber de aplacar los levantamientos e insurrecciones en la Europa del Este. Gorvachov no aplicó la doctrina Brezhnev y la liberalización demostró ser incompatible con los gobiernos comunistas.[27]
Ya en septiembre de 1988, Gorbachov había clausurado el Comité de Enlace con los países socialistas en el PCUS, una señal de que el Kremlin abandonaba la Doctrina Breznev. En diciembre de ese mismo año anunció solemnemente en la Asamblea General de la ONU un recorte unilateral de más de medio millón de soldados, de los que la mitad se retirarían con más de cinco mil tanques de la Europa del Este.[28] La actitud de Moscú era cada vez más claramente conciliadora hacia la reforma en las “democracias populares”.
A continuación se presenta una síntesis de las sucesivas revoluciones que sacudieron a Europa del Este, las cuales produjeron el fin de la esfera de influencia soviética. (1989)
Polonia:
Polonia fue el país que inició el proceso revolucionario. Tras una serie de huelgas en el verano de 1988, el gobierno comunista, dirigido por el general Jaruselzski, tuvo que sentarse a negociar con el sindicato Solidaridad. Los acuerdos de abril de 1989 significaron el reconocimiento legal del sindicato y la apertura de un proceso de transición democrática. Con este hecho se producía un acuerdo histórico, ya que por primera vez desde 1946, se organizaron elecciones libres en el Este de Europa, aunque desde el punto de vista práctico la libertad sería controlada y limitada (el Sindicato Solidaridad se comprometía a conceder el 65% de las 460 actas de la Dieta al Partido Comunista, mientras que las actas del Senado serían objetos de una competencia real, pero este solo tenia el poder de rechazar las leyes votadas por la Dieta).[29] De este modo Polonia entraba en un proceso de transición cuya duración estaba prevista en 4 años, tras los cuales, la elección de las dos cámaras sería libre. En las elecciones de junio de 1989 el partido comunista fue duramente derrotado (99 de las 100 plazas del Senado fueron ocupadas por Solidaridad, la restante la ocupó un candidato independiente).[30] Frente a esta situación, el Partido Comunista propuso la constitución de un gobierno de unidad nacional con la participación de Solidaridad, cuestión rechazada por el sindicato. Al final el general Jaruzelski consideró que no tenía otra solución que permitir la formación de un gobierno, cuyo Primer Ministro sería Mazowiecki, dirigente de Solidaridad. Se formaba así el primer gobierno no comunista en Europa Oriental desde 1945. La rápida descomposición del régimen comunista, permitió que Lech Walesa (líder del movimiento obrero “Solidaridad”), fuera elegido presidente del país en 1990.
Una muestra concreta de los cambios experimentados en la Unión Soviética fue la negativa de Gorvachov a usar tropas soviéticas para anular los resultados de las elecciones en Polonia, con ello demostraba concretamente que la doctrina Brezhnev, que había sido formulada para justificar la intervención en Checoslovaquia el año 1968, había muerto de verdad.[31]
Hungría:
El Partido Comunista Húngaro trató de emular el programa de reformas de Gorvachov, con el mismo fin de salvar el comunismo, pero fue en vano.[32] El 11 de enero de 1989 el Parlamento Húngaro, que estaba dominado por los comunistas, legalizó la libertad de reunión y asociación para los grupos no comunistas, un mes más tarde legalizó los partidos políticos independientes. El 8 de abril Janos Kadar, que había asumido la dirección del partido comunista después de la revolución de 1956, fue expulsado del poder. El 2 de mayo Hungría se transformó en el primer país del bloque soviético en abrir la frontera con la Europa Occidental. En septiembre el gobierno comunista y los recién creados partidos de la oposición acordaron participar en elecciones libres, que se programaron para marzo de 1990, la cual permitió al partido democrático de la oposición establecer un gobierno no comunista bajo la dirección de Jozef Antall.[33] (El partido comunista, que para entonces había adoptado el nombre de Partido Socialista, sólo obtuvo el 9% de los votos)
República Democrática de Alemania
El cambio en Hungría tuvo una enorme repercusión exterior. La decisión de las autoridades de Budapest (capital de Hungría), de abrir su frontera con Austria en septiembre de 1989 abrió una “brecha” en el telón de acero por el que decenas de miles de habitantes de la República Democrática de Alemania huyeron hacia la República Federal de Alemania, atravesando Checoslovaquia, Hungría y Austria. Al éxodo de la población se le unió pronto una oleada de manifestaciones a lo largo de toda Alemania Oriental.[34]
El líder de la RDA, Eric Honnecker, que acababa de felicitar públicamente al embajador chino por la represión en la plaza de Tiananamen, estaba convencido de que las reformas provocarían el hundimiento del régimen.[35] A partir de aquí los acontecimientos se precipitaron, Honnecker fue sustituido por un comunista reformista, Egon Krenz, quién tomó la histórica decisión de abrir el Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 y la celebración de elecciones libres.[36] En un primer momento el nuevo líder de la RDA, intentó detener el éxodo de alemanes del Este poniendo fin a las restricciones que impedían viajar a Occidente, pero la medida sólo sirvió para fomentar la fuga de mas alemanes orientales. En vista de esta situación, el 9 de noviembre se produjo el hecho que pasará a constituirse en símbolo del “fin” de la Guerra Fría, ese día se produjo la apertura del muro de Berlín. Centenares de miles de alemanes del Este pasaron inmediatamente al Berlín Occidental.
El rápido derrumbamiento de la RDA abrió un proceso de negociación entre las cuatro potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial y la RFA, dirigida por un canciller, Helmut Kohl, que era muy consciente de la oportunidad histórica que se le abría a Alemania. En un primer momento, los soviéticos intentaron impedir la unificación proponiendo reavivar las instituciones de ocupación alemana por las cuatro potencias vencedoras, no obstante, luego el objetivo soviético pasó a intentar evitar que una futura Alemania unificada fuese miembro de la OTAN. Antes esta situación los aliados occidentales propusieron celebrar las conversaciones de “Dos mas Cuatro”, es decir, los dos Estados Alemanes, más Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética.[37] Finalmente el 14 de julio de 1990 Gorvachov aceptó la unificación Alemana, así como su pertenencia a la OTAN. A cambio, el canciller de Alemania Occidental, Helmut Col, prometió conceder grandes empréstitos y otras formas de ayuda económica a la Unión Soviética. También accedió a limitar las fuerzas militares de Alemania reunificada a 370.000 personas y aseguró a Gorvachov que no habría armas biológicas, nucleares, ni químicas en el arsenal alemán. También se prometió aportar con 8.000 millones de dólares para el mantenimiento y la retirada de las fuerzas soviéticas de Alemania. Por su parte Gorvachov prometió retirar las fuerzas soviéticas de Alemania Oriental en un plazo de cuatro años.[38]
Como señala Ronald Powaski, con la concreción de los acuerdos de la unificación alemana, se estaba llevando a cabo el último tratado pendiente de la Segunda Guerra Mundial en Europa. El 23 de agosto el parlamento de Alemania oriental fijó el 3 de octubre como fecha para la fusión con la República Federal. El 12 de septiembre de 1990 las cuatro potencias aliadas de la Segunda Guerra Mundial y las dos Alemanias firmaron el “Tratado sobre la Resolución Final con Respecto a Alemania”. El 1 de octubre los vencedores de la Segunda Guerra Mundial renunciaban oficialmente a sus derechos y responsabilidades sobre Alemania y Berlín. El 3 de octubre Alemania quedaba reunificada.[39]
Checoslovaquia: el 17 de noviembre de 1989, miles de jóvenes se congregaron en la principal plaza de Praga para exigir el reconocimiento de sus derechos. Dos días después, aproximadamente 200.000 personas se manifestaron en la capital para exigir elecciones libres y la dimisión de los líderes comunistas. El 24 de noviembre dimitió el Secretario General del Partido Comunista, Milos Jakes. Luego de 4 días, después de una huelga general, el gobierno permitió organizar partidos no comunistas. El 10 de diciembre un nuevo gabinete, en el cual los no comunitas eran mayoría, prestó juramento. El 29 de diciembre de 1989 se creó un gobierno provisional con Vaclav Havel como presidente. El nuevo gobierno convocó a elecciones libres para junio de 1990 y abrió la frontera con Austria. En las elecciones el partido comunista obtuvo el 14% de los votos, el democristiano el 12% y el Foro Cívico (liderado por Havel), el 47%. Este último procedió a crear un gobierno de coalición con el nuevo partido democristiano y en el nuevo gobierno no hubo cabida para ningún comunista.[40]
Bulgaria: también se vio afectada por los acontecimientos del resto de Europa del Este. El 9 de noviembre de 1989, el día en que se produjo la apertura del Muro de Berlín, el Politburó comunista de Bulgaria destituyó a Todor Zhikov, que había sido líder del Partido desde 1961. En su lugar quedó Mladenov, con mayor propensión a llevar a cabo las reformas, no obstante, después de un año el comunismo también era vencido en las urnas.[41]
Rumania: en este país la transición del comunismo a la democracia fue más sangrienta. En diciembre de 1989 las fuerzas de seguridad del estado mataron en la ciudad de Timisoara a centenares de rumanos que se manifestaron contra el intento del gobierno de desahuciar a un sacerdote disidente. La matanza provocó aun más manifestaciones. El 22 de diciembre el líder comunista rumano, Nicolae Ceausescu, intentó huir del país al darse cuenta que las unidades militares comenzaron a apoyar a los manifestantes. No obstante, fue apresado y ejecutado sumariamente por el ejército el 25 de diciembre.[42]
Las revoluciones de 1989 en la Europa oriental habían supuesto un acontecimiento histórico de múltiple resonancia. Por un lado, constituyeron el derrumbe de los sistemas comunistas construidos tras 1945, por otro, significaron la pérdida de la zona de influencia que la URSS había construido tras su victoria contra el nazismo. Con esto se puede apreciar que los intentos de reformar el comunismo en la Europa del Este, terminaron causando su caída y finalmente la propia desintegración de la Unión Soviética.[43] Como señala Robert Service, el desenlace fue espectacular. A principios de 1989 los comunistas gobernaban todos los países europeos al Este del Río Elba. Al acabar el año, el único Estado Comunista que quedaba al Oeste de la URSS era Albania, y Albania había sido hostil hacia la URSS desde el gobierno de Kruschov.[44]
La Guerra Fría, el enfrentamiento que había marcado las relaciones internacionales desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, va a terminar por el derrumbe y desintegración de uno de los contendientes. El fin de la Guerra Fría y la desaparición de la Unión Soviética son dos fenómenos paralelos que cambiarán radicalmente el mundo. Para el historiador británico, Eric Hobsbawm, la Guerra Fría terminó antes que la Unión Soviética se desintegrara, pero el fin del conflicto se hizo evidente sólo cuando éste último había dejado de existir:
"La guerra fría acabó cuando una de las superpotencias, o ambas, reconocieron lo siniestro y absurdo de la carrera de armamentos atómicos, y cuando una, o ambas, aceptaron que la otra deseaba sinceramente acabar con esa carrera... La verdadera Guerra Fría, como resulta fácil ver desde nuestra perspectiva actual, terminó con la cumbre de Washington en 1987, pero no fue posible reconocer que había acabado hasta que la URSS dejó se ser una superpotencia, o una potencia a secas... pero los engranajes de la maquinaria de guerra continuaron girando en ambos bandos. Los servicios secretos, profesionales de la paranoia, siguieron sospechando que cualquier movimiento del otro lado no era más que un astuto truco para hacer bajar la guardia al enemigo y derrotarlo mejor. El hundimiento del imperio soviético en 1989, la desintegración y disolución de la propia URSS en 1989-1991, hizo imposible pretender que nada había cambiado y, menos aun creerlo".[45]
Dentro de esta lógica, Henry Kissinger señala que el fin de la Guerra Fría se produjo al momento en que la Unión Soviética emprendió la transformación interna de su régimen. Este proceso se desarrolló a lo largo de todo el período liderado por Gorvachov, es decir, a partir de 1985, no obstante, la manifestación más concreta, según Kissinger, se produjo en el XXVII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (1986). En esta oportunidad se abandonó por completo la teoría de la inevitable lucha de clases y se proclamó la coexistencia como un fin en sí mismo.[46] Desde la perspectiva de análisis de Henry Kissinger, este hecho venia a ratificar la teoría propuesta por Kennan en 1946, acerca de la necesidad de que Estados Unidos mostrara una actitud de contención frente a las fuerzas comunistas y frente a la URSS, hasta que ésta hubiere experimentado un cambio radical en sus estructuras internas. Teniendo presente lo anterior, se puede afirmar que la Guerra Fría termina durante los gobiernos de Ronald Reagan y Mijaíl Gorvachov, pues entre 1985 y 1989 el ambiente de tensión y crisis intermitentes, característicos de la Guerra Fría, dan paso a un tipo de relaciones internacionales basados en la búsqueda del entendimiento.
En definitiva, fue el fracaso de las reformas de Gorbachov y las revoluciones democráticas en Europa del Este las que llevaron al colapso del bloque soviético, el cual, a su vez, también se desintegraba intestinalmente, ya que las aspiraciones separatistas de las Repúblicas se habían comenzado a manifestar a través de las demandas de “democracia” y “autodeterminación nacional”. Como señala Robert Service, en algunos casos como en los países bálticos (Estonia, Letonia, Lituania), estas demandas respondían a un compromiso con esos valores, pero en la mayor parte de las demás repúblicas, esas demandas no eran más que el intento de las elit locales del Partido Comunista por mantener el poder. Declarando la independencia esperaban aislar a sus respectivas repúblicas de la injerencia cotidiana de Moscú.[47]
La Guerra Fría terminó antes que la URSS conociera su fin. No obstante, sólo fue evidente cuando uno de los contendientes había dejado de existir. La Guerra Fría terminó por estocadas sucesivas. Los engranajes se fueron deteniendo y lo que empezó con una retórica pacifista, continuó con anuncios concretos como el discurso de Gorvachov ante la ONU, dando a conocer la reducción unilateral de su ejército y la retirada del mismo de Europa del Este, prosiguió con una serie de gestos diplomáticos a partir de los cuales el acercamiento hacia occidente fue quedando en evidencia.[48] La sentencia de muerte de la Guerra Fría fue declarada por Gorvachov y Bush. No obstante, a este último sólo le correspondió dar la estocada final a un ente moribundo.
El 8 diciembre de 1991 en los acuerdos de Minsk (Capital bielorusa) se decretó la muerte de uno de los contendientes de la Guerra Fría, declarando solemnemente que “Nosotros las Repúblicas de Bielorrusia, la Federación Rusa (RSFSR) y Ucrania como Estados fundadores de la URSS, firmantes del tratado de la Unión de 1922, en lo sucesivo denominadas altas partes contratantes, constatamos que la URSS como sujeto de derecho Internacional y realidad geopolítica, deja de existir”.[49] Tras el derrumbe soviético sólo quedaba en pie el enorme imperio norteamericano. Desde este punto de vista es legítimo afirmar que el ganador de esta peculiar Guerra fue EEUU.
La Guerra Fría había terminado. En un proceso enormemente rápido la URSS y los EE.UU. pusieron fin al largo enfrentamiento que habían iniciado tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Ahora bien, en el proceso de finalización de la Guerra Fría, uno de los actores sucumbió y se desintegró, dejado a su oponente en calidad de única gran superpotencia. Este es el tema desarrollado por el Historiador Británico Eric Hobsbawm, en su articulo publicado en Le Monde Diplomatique “Después de Ganar la Guerra”, en el que afirma: “Efectivamente, el colapso de la Unión Soviética dejó a los Estados Unidos como el único superpoder, que ningún otro poder podía o quería desafiar”.[50] Con la desintegración de la Unión Soviética se confirmó el fin de la Guerra Fría. De este modo, el peculiar conflicto que caracterizó el desenvolvimiento de las Relaciones Internacionales durante 45 años tocaba su fin con la caída de uno de sus contendientes. El colapso de uno de sus protagonistas, dio paso a un mundo liderado indiscutiblemente por Estados Unidos, en calidad de superpotencia económica y militar.
[1] La síntesis histórica que se expone en este capítulo es el resultado de intensas y extensas reflexiones respecto del significado de La Guerra Fría, que la autora del presente trabajo ha desarrollado a lo largo de varios años y que ha visto su concreción en la tesis de pre-grado de: Henríquez Orrego, Ana, Propuesta didáctica para la enseñanza de la Guerra Fría: Las principales características del mundo bipolar configurado entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y la caída de la Unión Soviética, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, 2005, (582 páginas). Profesores Guías: Armando Barría Slako y Nelson Vásquez Lara. En: Biblioteca del Instituto de Historia de la PUCV.
[2] Acerca del origen del concepto Guerra Fría: Gil, Julio, La Guerra Fría: La OTAN frente al Pacto de Varsovia, Editorial Siglo XXI Madrid 1998: “El concepto Guerra Fría es de origen norteamericano. Lo inventó en 1947 el periodista Herbert B. Swope para su uso en un discurso del senador Barnard Baruch. Lo recogió otro periodista Walter Lipman que lo popularizó en una recopilación de sus artículos titulada La Guerra Fría. Estudio de la política exterior de los Estados Unidos. A finales de los años cuarenta la expresión había ganado carta de naturaleza y se utilizaba para designar al complejo sistema de relaciones internacionales de la posguerra, la pugna entre las dos superpotencias por la hegemonía mundial y la aparición de un abismo de hostilidad y temor entre los dos grandes bloques geopolíticos”. Página 7
[3] Ver: Aracil, Rafael, El Mundo Actual, de la Segunda Guerra Mundial a nuestros días, Universitat de Barcelona, Barcelona 1998; Hobsbawn, Eric, Historia del Siglo XX, Editorial Crítica, Buenos Aires, 1998; Kissinger Henry, La Diplomacia, Fondo de Cultura Económica de México, México 2000; Pereira, Juan, Los Orígenes de la Guerra Fría, Editorial Arco, Madrid 1997. (interpretaciones tradicionales de la Guerra Fría)
[4] Ver: Powaski, Ronald, La guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética, 1917-1991, Editorial Crítica, Barcelona 2000; Fontaine, Andre, Historia de la Guerra Fría, Editorial Luis Caralt, Barcelona 1970; Fermandois, Joaquín, La Guerra Fría, Documentos Universitarios, Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso 1975. (interpretaciones no tradicionales de la Guerra Fría)
[5] Hobsbawm, Eric, Ob. Cit., Página 17
[6] Aracil, Rafael, Ob. Cit. Página 22
[7] En Europa las primeras fricciones entre el comunismo soviético y el capitalismo occidental se manifestaron en las guerras intestinas de Grecia y Turquía (1947); otro punto álgido sobrevino a la hora de aplicarse el Plan Marshal (1947), considerado por la URSS como ofensiva del capitalismo norteamericano y finalmente con el bloqueo de Berlín (1948), emprendido por la URSS con el objeto de impedir la entrada de suministros al Berlín Occidental.
[8] Estos dos años marcan la crisis y el colapso del sistema comunista liderado por la URSS.
[9] Entre los conflictos más característicos de la Guerra Fría en las zonas extra-europeas se encuentran: La Guerra de Corea (1950 – 1953), la crisis de los mísiles cubanos (octubre de 1962), la Guerra de Vietnam (1945-1975) y la Guerra de Afganistán (1979-1989). Para Juan Pereira Castañeda, estos cuatro conflictos marcan el punto máximo de tensión durante la Guerra Fría. Ver: Pereira, Juan, Historia y Presente de la Guerra Fría, Editorial Istmo S.A., Madrid 1989. Página 33 y siguientes.
[10] Una caracterización más extensa de la situación internacional durante el período de la Guerra Fría la encontramos en: Gil, Julio, La Guerra Fría: La OTAN frente al Pacto de Varsovia, Editorial Siglo XXI Madrid 1998: “(La Guerra Fría se caracterizó por) La estructuración de un sistema bipolar rígido, en el que no cabían las posiciones intermedias, que alineaba a dos bloques de países agrupados entorno a dos potencias imperiales, Estados Unidos y la Unión Soviética; La tensión permanente entre los dos polos, motivada por la búsqueda del equilibrio estratégico en un mundo profundamente alterado por la Segunda Guerra Mundial y sometido a continuos cambios en la posguerra; Una política de riesgos calculados destinada en un primer momento a la contención de los avances del adversario y luego a disuadirle de cualquier acto hostil, pero evitando provocar un conflicto de carácter mundial. Esta política condujo a la continua aparición de puntos calientes (Corea, Berlín, Cuba, etc.), donde los bloques midieron sus fuerzas, dispuesto a volver a las negociaciones cuando los riesgos fueran excesivos para ambos; El papel asignado a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como foro de discusión entre los bloques, último recurso ante las crisis y, a la vez, escenario de la propaganda de los adversarios”. Página 10
[11] Ibidem, Página 758
[12] Kissinger, Henry, Ob. Cit., Página 798
[13] Hobsbawn, Eric, Ob. Cit.: “Mucho antes de que los propagandista norteamericanos explicaran, a posteriori, como los Estados Unidos se lanzaron a ganar la guerra fría arruinando a su antagonista, el régimen de Brezhnev había empezado a arruinarse él solo al emprender un programa de armamento que elevó los gastos en defensa en un promedio anual de 4 a 5% durante los 20 años posteriores a 1964. La carrera había sido absurda, aunque le proporcionó a la URSS la satisfacción de poder decir que había alcanzado la paridad con los Estados Unidos en lanzadoras de misiles en 1971, y una superioridad del 25% en 1976”. Página 250
[14] Gorvachov Míjaíl, Perestroika, Editorial Emece, Buenos Aires 1987, Página 35
[15] Aracil, Rafael, Ob. Cit. Página 667
[16] Idem
[17] Gorvachov Míjaíl, Ob. Cit., Página 34
[18] Zorgbibe, Charles, Ob. Cit., Página 644
[19] Gorvachov Míjaíl, Perestroika: New Trinking for Our Country and the World, Nueva York, 1987, Página 139. En: Kissinger, La Diplomacia, Fondo de Cultura Económica de México, México 2000. Página 784
[20] Powaski, Ronald, La guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética, 1917-1991, Editorial Crítica, Barcelona 2000. Página 316
[21] Ibidem, Página 310
[22] Kissinger, Henry, Ob. Cit., Página 798
[23] Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 357
[24] El Propio análisis de Gorvachov ilustra la magnitud de la crisis en la que se encontraba sumida la URSS a mediados de los ´80. Gorvachov, Mijaíl, Perestroika, Editorial Emece, Buenos Aires 1987: “... al analizar la situación descubrimos una desaceleración del crecimiento económico. En los últimos 15 años, la tasa de crecimiento de la renta nacional declinó en más de la mitad y para comienzo de los ochenta había caído a un nivel cercano al estancamiento económico. Un país que alguna vez se había acercado rápidamente a las naciones avanzadas del mundo comenzó a perder posiciones. Además la brecha en la eficiencia en la eficiencia de producción, calidad de los productos, desarrollo científico y tecnológico, la producción de tecnología de punta y el uso de técnicas avanzadas, comenzó a extenderse y no en favor nuestro... Tras largos años de estancamiento, la economía se hallaba al borde de la bancarrota y la sociedad soviética se encontraba inmersa en una verdadera crisis moral caracterizada por la falta de compromiso ideológico y el escepticismo general. La conducción del Partido se relajó y perdió la iniciativa de los principales procesos sociales”. Páginas 17 y 18
[25] Ronald Reagan, An American Life, 1990, p. 267. En: Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 287
[26] Hobsbawm, Eric, Ob. Cit., página 252
[27] Kissinger, Henry, Ob. Cit., Página 791
[28] Zorgbibe, Charles, Ob. Cit., Página 646
[29] Ibidem, página 648
[30] Idem
[31] Powaski, Ronald, Ob. Cit., página 327
[32] Idem
[33] Ibidem, Página 329
[34] Ibidem, Página 328
[35] Zorgbibe, Charles, Ob. Cit., Página 652
[36] Idem
[37] Zorgbibe, Charles, Ob. Cit., Página 660
[38] Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 338
[39] Idem
[40] Zorgbibe, Charles Ob. Cit., Página 653
[41] Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 329
[42] Ibidem, Página 330
[43] Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 327
[44] Service, Robert, Historia de Rusia en el Siglo XX, Editorial Crítica, Barcelona 2000. Página 447
[45] Hobsbawm, Eric, Ob. Cit., Página 255
[46] Kissinger, Henry, Ob Cit., Página 784 y 798
[47] Service, Robert, Ob. Cit., Página 453
[48] Zorgbibe, Charles, Ob. Cit., Página 646
[49] Acuerdo de Minsk entre Rusia, Bielorrusia y Ucrania sobre la creación de la C.E.I. (En: www.historiasiglo20.org/acuerdosmisnk )
[50] Eric Hobsbawm en su articulo “Después de la Guerra”, publicado en la revista Lemonde Diplomatique presenta un interesante ensayo respecto de las proyecciones de Estados Unidos después de la Guerra Fría, destacando su nuevo rol de única superpotencia económica y militar
3 comentarios:
hola buena la pagina
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