ARTE ISLÁMICO: LA MEZQUITA DE CÓRDOBA








PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALPARAÍSO
INSTITUTO DE HISTORIA
PROGRAMA DE MAGISTER EN HISTORIA
HISTORIA DEL ARTE Y LA CULTURA
Primer semestre 2005
"EL ARTE ISLÁMICO ANÁLISIS DE LA MEZQUITA DE CÓRDOBA"
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Profesor: Romolo Trebbi
Alumna: Ana Henríquez Orrego



TEMARIO

Introducción

Reseña de la presencia islámica en España

El mensaje de la nueva religió

Proceso expansivo del Islam

La mezquita como elemento arquitectónico del Islam

La Gran Mezquita de Córdoba como ejemplo de la arquitectura hispano-árabe

Historia del ensanchamiento arquitectónico de la Mezquita

La importancia de los arcos de herradura en la construcción de la mezquita: elementos visigodos en sus antecedentes

Bibliografía




I. Introducción

La presencia de la arquitectura musulmana en España responde a hechos históricos relacionados con el proceso expansivo del Islam. No obstante, lo que esperamos comprobar en el presente trabajo es que bajo ninguna circunstancia se puede considerar este tipo de arte como un simple trasplante de elementos orientales – arábigos hacia tierras occidentales.

Si bien es cierto, las peculiaridades del arte musulmán en España como en todas las regiones que abarcó el Islam, se encuentran impregnadas por los elementos de la religiosidad musulmana, la arquitectura islámica presente en la península ibérica es el fruto de la síntesis entre elementos visigodos, con sus rasgos bizantinos y germánicos y su fuerte cuota del legado cultural provincial romano y los elementos traídos por los musulmanes desde oriente. En efecto, entre los elementos traídos por los musulmanes también se encuentran presentes los elementos bizantinos y clásicos.

Para comprobar tales afirmaciones el trabajo que aquí presentamos ha sido estructurado de la siguiente manera:

En primer lugar, elaboraremos una breve reseña histórica que abarca las peculiaridades de la nueva religión nacida en el corazón de la Arabia, las características del progresivo avance por el mediterráneo, hasta llegar finalmente a las costas africanas, desde donde parten las expediciones que a principios del siglo VIII convertirán a la península ibérica en un enclave musulmán.

En segundo lugar hemos centrado nuestro análisis en el elemento arquitectónico más representativo del mundo musulmán: la Mezquita. A partir de los planteamientos ofrecidos por Oleg Grabar, especialista en el arte musulmán, hemos desarrollado un análisis de la evolución arquitectónica del edificio destinado a la oración comunitaria del día viernes. En este apartado se señalan las principales directrices de la configuración de un modelo arquitectónico particular, a pesar de la no existencia de cánones preestablecidos.

Finalmente el trabajo se concentra en el análisis de la Gran Mezquita de Córdoba, considerado el elemento más representativo de la arquitectura musulmana en España. Conoceremos las principales características de su progresivo ensanchamiento, llegando incluso a señalar las razones de la incorporación de una catedral cristiana en su centro. Si bien señalaremos las diversas peculiaridades que constituyen la arquitectura de la mezquita así como sus elementos decorativos, el foco de atención será el análisis de los arcos de herradura, como elemento heredado del mundo visigodo, pero que luego adquiere identidad propia en la evolución arquitectónica musulmana, enriqueciéndose a lo largo de los siglos con diversas añadiduras compositivas que irán complicando y estilizando el primitivo arco de herradura pre-islámico. Este ultimo apartado a sido elaborado, principalmente, a partir de las obras de Oleg Grabar, Marianne Barrucand, Markus Hattstein y John Hoags.


II. Breve reseña histórica: Ocho siglos de presencia árabe en la península ibérica
El mensaje religioso

Las tropas que ingresan a la península ibérica a principios del siglo VIII y que logran apoderarse del control de casi toda la península hasta el siglo XV, forman parte del movimiento expansivo llevado cabo por el Islam. Fue este un movimiento religioso nacido en el corazón de la Arabia, que con una rapidez impresionante logró extender su influencia religiosa y política por amplios territorios del mundo mediterráneo, llegando a instalarse a principios del siglo VIII en el extremo más occidental de Europa: la península ibérica.

Mahoma comenzó a darse a conocer en la Meca a principios del siglo VII su mensaje monoteísta e igualitario de la salvación eterna a través del Islam, la resignación ante la voluntad de Dios, encontró rápido eco, que lo elevó una posición excepcional. El Corán, texto sagrado de esta nueva religión, es la Palabra de Dios. Le fue revelada a Mahoma por medio del Arcángel Gabriel, para que la propague entre los hombres. El nuevo mensaje promete a todos los hombres salvación eterna siempre y cuando crean en Alá, Dios único y misericordioso, y cumplan sus preceptos. Y estos últimos constituyen los cinco pilares de la religión:

* La profesión de fe: “Solo Dios es Dios y Mahoma es su profeta”
* Oración cinco veces al día
* El impuesto religioso
* Observación del mes de ayuno
* Peregrinaje a la Meca una vez en la vida

Esta nueva religión venía a sobreponerse a un extendido politeísmo reinante en Arabia. Una de los elementos que llama la atención acerca de las ofertas entregadas por esta nueva religión era la promesa de ingreso directo al Paraíso a los caídos en la Guerra Santa contra los infieles. El éxito de las prédicas le obligó a Mahoma a huir de la Meca el año 622, refugiándose en el Oasis Yatrib, unos 360 kilómetros al norte. Con posterioridad el oasis recibió el nombre de Medina.[1] Este hecho es considerado por los musulmanes como el punto de partida de su calendario.

Con el asentamiento en Medina, puede considerarse fundado el primer Estado Islámico, a cuya cabeza se ubicaba el profeta, quien ostentó a la vez el poder espiritual y el temporal. Desde este lugar comienza la irradiación del nuevo mensaje religioso al resto de la comunidad árabe, así también, la palabra de Dios, revelada al profeta estaba escrita en Árabe, con lo que se aseguraba la preponderancia de los árabes en la nueva religión que aspiraba a una universalización.[2]



Proceso expansivo del Islam

La expansión islámica no respondió a un plan previamente establecido desde la administración centralizada, no hubo, por así decirlo, una planificación de guerra en sentido moderno. Más bien avanzó debido a los impulsos de las mismas tribus que se iban incorporando a la órbita musulmana. En un principio se avanzó hacia el norte y hacia el este, es decir hacia Siria e Irak-Irán. Entre el 640 642 fue tomado Egipto. En el año 698 fue tomada la Cartago bizantina y a principios del siglo VIII los ejércitos árabes y beréberes aliados avanzaron sobre Argelia Hacia Maruecos. La conducción de los ejércitos combinados estaba en manos árabes.[3]

A partir de este momento ya tenemos toda la fuerza musulmana instalada frente a la península Ibérica. A través de saltos sucesivos, atravesando mares y desiertos, la nueva religión nacida en el corazón del desierto arábigo, prepara su avance y arremetida contra la zona más occidental de Europa, la península ibérica.

Al otro lado del estrecho, le aguardaba un mundo en descomposición. Las intrigas políticas del Reino Visigodo le estaban ahogando en luchas intestinas que enfrentaban a las facciones con el fin de apoderarse del poder. El problema esencial, según señala Marianne Barrucand, al parecer radicaba en el carácter no hereditario de la monarquía, lo cual, sumado a una serie de problemas económicos y sociales, habían llevado a la nobleza visigoda a mantener un estado permanente de lucha. Ese era el panorama de la península ibérica a principios del siglo VIII.[4] Ahora bien, a todo lo anterior, falta, además, sumar un último elemento, que será el que pondrá en forma definitiva a los musulmanes en las tierras hispanas. Hacia fines del siglo VII los herederos pretendientes al trono comenzaron a volver sus ojos a poderes externos, con el fin e realizar sus ambiciones. Atanagildo llamó a los bizantinos en su ayuda, Sisenando acudió a los francos, Froya a los vascos y finalmente en el año 711 Akhila y sus hermanos, pidieron ayuda a los musulmanes del norte de África para luchar contra el rey Rodrigo. Este hecho facilitó las cosas a los musulmanes, quienes instalados en las costas de África, ya habían puesto en España su próximo objetivo.[5]

En los mapas que se presentan a continuación se evidencia el proceso expansivo del Islam. En los dos tipos de mapas que hemos incorporado se puede apreciar en su amplitud el proceso de avance del Islam sobre las diversas zonas geográficas que rodean el mediterráneo, así como también su avance progresivo hacia el corazón del Asia.

Expansión del Islam hacia el año 750


Fuente: Atlas Universal, Editorial Antártica, Santiago de Chile 1991, Página 68

El mundo árabe en el siglo X



Fuente: Grabar, Oleg, La Formación del arte Islámico, Editorial Cátedra, Madrid 1981. Página 11

La invasión y conquista de la península ibérica

La presencia musulmana en España ocupa un espacio, tanto cronológico como territorial con un principio y un fin muy concretos, ocho siglos, del VIII al XV de tiempo absoluto, limitados por dos hechos históricos o políticos muy concretos: el año 711, el de la primera invasión árabe a la península, y el 1492, momento en que el último reducto árabe, Granada, es entregado a los Reyes Católicos.

El problema surge cuando se intenta fijar el tiempo relativo del arte islámico en España, es decir en qué momento la totalidad de la cultura aceptó los cambios que la transformaron y se definió el arte claramente como suyo propio. Este problema de cronología lo estudia ampliamente Oleg Grabar en La formación del Arte Islámico,[6] imprescindible manual para tratar el tema que nos ocupa.

Dividida en diferentes etapas: emirato, califato, reinos taifas, almorávides y almohades y reino nazarí, la presencia árabe en España, imprimió al territorio andalusí,[7] a nivel artístico, unos matices propios, unos caracteres particulares, que harían del arte árabe un conjunto de heterogeneidades dentro de su homogeneidad, modificando radicalmente el carácter de la península ibérica. No obstante, un aspecto que se destacará a lo largo del presente trabajo, es que si bien, el arte musulmán en España responde a un conjunto de caracteres propios de su cultura traída de oriente, no puede obviarse el hecho de que el arte musulmán en España, o más específicamente, la arquitectura musulmana en España, responde a una fusión que unificó elementos visigodos, romano-ibéricos, romano-sirios, bizantinos y árabes en un estilo nuevo e independiente. [8]
Durante ocho siglos en territorio hispano, convivieron dos mundos, cristiano y musulmán muy distintos culturalmente, y enemigos política y religiosamente, con constantes enfrentamientos, pero en continuo contacto entre ambos, lo que permitió un enriquecimiento cultural del que se beneficiaron uno y otro.

Es el Islam el movimiento fundamentalmente religioso, y como consecuencia artístico, que más rápidamente y en mayor espacio se difundirá a lo largo de la historia. Su propagación por Oriente había sido veloz y eficiente, pero quedaba una asignatura pendiente: su difusión hacia Occidente.

A continuación se presenta una síntesis histórica que sólo pretende esbozar los rasgos más genéricos y esenciales de la presencia musulmana en España. Consideramos pertinente precisar que nuestro objetivo y por tanto nuestro interés no se centra en la indagación del proceso expansivo del Islam en occidente, sino que lo incorporamos por considerarlo imprescindible para contextualizar el tema que realmente nos ocupa: la arquitectura musulmana en España.

El mapa que se presenta a continuación ilustra la presencia y el dominio del Islam en la península ibérica, es su periodo de consolidación entre fines del siglo X y comienzos del XI.



Presencia islámica en la península ibérica

Según la documentación musulmana, en el año 710 se envió a la península una expedición de tanteo, encabezada por Tarif junto con setecientos hombres más. Desembarcaron en Tarifa, y de allí pasaron a Algeciras, con ayuda del Conde Don Julián, aliado de Witiza, y enemigo del rey Rodrigo. Será el año siguiente, el 711, una fecha a recordar: con el califa omeya Walid I y siendo Musà ibn Nusayr gobernador en Ifriqiyya, su lugarteniente Tariq ben Ziyad, viendo el estado de composición del reino visigodo, cruza el estrecho de Gibraltar con setenta mil hombres.[9] Comienza aquí la historia del Islam en Europa.

Avisado el rey Rodrigo en Pamplona, baja hasta el Sur y se enfrenta con Tariq en Guadalete. Es éste el primer enfrentamiento militar entre árabes y cristianos, la primera derrota frente al Islam y la desaparición de don Rodrigo.

Se toma Écija, Córdoba, Granada, Málaga, Orihuela, el centro de la meseta de Toledo, Guadalajara, Zaragoza y Tarragona. En el verano del año 712, Musà se traslada a España con dieciocho mil hombres, iniciando una segunda penetración hacia el Norte, conquistando sin mucha resistencia Medina Sidonia, Carmona, Sevilla, Mérida, Toledo, donde está Tariq, y luego Galicia y León. Es sorprendente la rapidez con la que avanza la conquista.

Diez años después, en el 722, se registran conflictos con Pelayo en los Montes Cántabros, en la batalla de Covadonga se hace frente al Islam y sus incursiones, considerándose el primer hecho antiislam. Las fuentes árabes y cristianas coinciden en la importancia de esta batalla, aparece en las Crónicas de Alfonso III, hablando de “ciento ochenta y siete mil hombres árabes vencidos”; las fuentes musulmanas, al contrario, hablan de la anécdota de Covadonga, haciendo referencia a “trescientos asnos salvajes”, respecto a los cristianos (Crónica de al-Moggari).

En el año 732 se pasan los Pirineos y son derrotados en Poitiers por Carlos Martel, cerrando la posibilidad de expansión por el Norte. Significa esto el final de la penetración en Europa del Islam.

Desde esta fecha del 711 hasta el 756 está asentado el Emirato dependiente del Califato de Damasco. La capital en principio estuvo en Sevilla, luego pasó a Córdoba. A partir del año 741, con la península convertida en provincia omeya, comienza una etapa de lucha por el poder entre los jefes militares desplazados a la península, acrecentado por un cierto carácter racial, ya que en las distintas invasiones habían participado diferentes grupos: por una parte, una aristocracia árabe del califato; por otra, los Bereberes llegados del Norte de África como mercenarios del Moro Almanzor; y un tercer conjunto, el formado por esclavos de origen cristiano, esclavos manumitidos, sometidos por Almanzor, una población hispana que se islamizó.

En el año 750 se produce la exterminación violenta de la dinastía Omeya por parte de la dinastía Abbasida. Constituye este hecho uno de los más sangrientos crímenes políticos de la historia.[10] Damasco fue abandonada como capital y Bagdad pasó a ocupar su lugar. El único príncipe Omeya que se salvó de la matanza fue Abd al-Rahman ibn Muawiya, Abd al-Rahman I, que llega a Túnez, en el 756 llega a Al-Andalus, desembarca en Almuñécar (Granada), haciéndose con el poder, y poniendo fin a la inestabilidad política que mantenía al-Andalus, comenzó con Abd al-Rahman I el emirato independiente de Córdoba (756-929). Durante este período del emirato omeya, al-Andalus se convertirá en el enclave más importante del Islam occidental, Córdoba se erigirá como el “crisol de lo oriental y de lo occidental”, siendo respetada como verdadera potencia política y cultural por musulmanes, judíos, bizantinos y cristianos. Este momento de esplendor no sólo lo fue en el ámbito político-administrativo y comercial, también la cultura fue adquiriendo un carácter propio, siempre conectada con el resto del mundo islámico, pero creándose su debida identidad, gracias, en parte a las relaciones que seguía manteniendo con el mundo cristiano.

Del 929 al 1031 dura el califato cordobés. En los motivos de su larga duración, tomaron parte aspectos de diversa índole, pero fundamentalmente fueron las relaciones comerciales con el Mogreb fatimí, los enfrentamientos por dominar las principales rutas, las causantes. Los bereberes se rebelarán, destruyendo la magnífica ciudad real de Madinat al-Zahra y la sede administrativa Madinat al-Zahira. Este hecho, la Fitna, supone el inicio de la desintegración en numerosos reinos, cada vez más debilitados, los reinos taifas (tawaif significa desmembramiento). Pero a su debilidad política y militar no se correspondió la cultural, ya que todos estos pequeños Estados decidieron convertir su capital en “una pequeña Córdoba”.

Alfonso VI aprovecha bien la debilidad y comienza una serie de campañas contra Toledo y Valencia. Los reyes taifas, muy debilitados, se hacen vasallos del rey y tributarios. Esta situación tan crítica, que a punto estuvo de acabar con el poder islámico en la península, se sucede hasta el 1086, año en que los reyes de Sevilla, Granada y Badajoz solicitan ayuda a los almorávides (al-Murabitun), bereberes del Sahara, de estricta ortodoxia religiosa, militares que habían dominado los reinos y emiratos del Mogreb. Las expediciones de los reinos cristianos avanzaban por tierras de al-Andalus, frenando los intentos almorávides de reinstaurar el puritanismo islámico.

Éstos vencen a Alfonso VI en la Batalla de Sagrajas, e intentan imponerse a los taifas, consiguiéndolo en el 1090 con Tasufin, monarca almorávide que se hace con todo el territorio árabe y que acaba con el caos. Al-Andalus pasa a convertirse en una provincia de los almorávides hasta 1145, fecha en la que aprovechando su decadencia, y con el objetivo de hacer frente a la reconquista que avanzaba con gran rapidez, invaden la península los almohades (al-Muwahhidun) haciéndose con el poder, y situando la capital en Sevilla. Este período durará hasta 1212, año en que son derrotados los almohades por las tropas cristianas en la batalla de las Navas de Tolosa. Con este hecho se pone fin no sólo a la pervivencia de los almohades en la península, sino también a la presencia del Islam en tierras hispánicas.

Sólo un reducto queda del mundo árabe, el reino que fundó en Granada, en 1238, Muhhamad ibn Nasr, perteneciente a una familia noble que da origen a la dinastía Nazarí y que pervive hasta el 1492. En este año el rey Fernando de Aragón e Isabel de Castilla entraran en la Alhambra, tomando la que había sido la última ciudad islámica en la península, Granada. Terminaba con este hecho la presencia política del poder musulmana en la península ibérica, no sucedió lo mismo con su presencia cultural y arquitectónica, parte de esta última pasaremos a analizar a continuación.


III. La Mezquita como principal elemento arquitectónico del mundo islámico.

La palabra Mezquita deriva del árabe maschid, que significa “un lugar donde uno se postra frente a Dios”.[11] Respecto del surgimiento de la Mezquita como lugar sagrado de oración, Oleg Grabar, realiza un interesante análisis acerca de la palabra y su probable vinculación con el texto sagrado, El Corán. Llega a la conclusión de que en lo específico el Corán no manifiesta ningún indicio concreto acerca de la necesidad de construir algún tipo de edificación especial. No obstante el Corán instituyó para todos los musulmanes una regla que tiene una importancia crucial para la historia arquitectónica de la Mezquita: la obligación de efectuar plegarias. Y estas últimas se clasificaban en dos tipos. Por una parte estaba la plegaria individual y por otra la plegaria colectiva con la comunidad. En estricto rigor, respecto de la oración sólo es esto último lo que establece el texto sagrado de los musulmanes. Lo demás fue fruto de la práctica y consecuencia de la vida de la comunidad musulmana entre el 622 y el 632.[12] durante este periodo, la comunidad fue cimentando un ritual de plegaria, a las 5 oraciones diarias que el individuo debía realizar, se sumaba la plegaria colectiva el día viernes a medio día. En esta última, el profeta o su representante, asumía el rol de conductor de la oración colectiva. Ambas plegarias estaban precedidas por solemnes llamados a la oración, realizado este último desde el tejado del lugar de oración.

Según señala Oleg Grabar, no existe claridad respecto de los primitivos lugares destinados para la reunión de la comunidad orante. Algunos antecedentes se pueden extraer de la casa particular del profeta en Medina, que fue convertida en lugar de oración. Su característica principal parece haber sido un patio amplio con dos zonas cubiertas. Una hacia el sur consistía en dos hileras de troncos de palmera con tejado de paja; aunque servía para indicar la orientación de la plegaria, probablemente su función original era solo la sombra. En el este se hallaban las habitaciones de las esposas del profeta, que daban directamente al patio.

Ahora bien, existen escasas pruebas de que la casa del profeta haya sido un santuario durante la vida de éste, fue la historia la que lo convirtió en tal. Ello responde, tal vez, al deseo de Mahoma y el primitivo Islam, por evitar la existencia de un clero, que era la institución que se ligaba férreamente a la idea de un santuario. Lo importante de destacar en este punto, es la relación que puede extraerse en este primitivo modelo de edificio religiosos musulmán: lo que tenemos es un amplio espacio abierto con dos zonas cubiertas en sus extremos opuestos.[13] Para el arqueólogo, historiador u otro investigador que desee buscar las primitivas directrices de los templos musulmanes, estos datos son insuficientes, no obstante respecto de las Mezquitas primitivas no existe mayor información. Lo concreto era que no existió ninguna ordenación establecida respecto de la forma y elementos constitutivos del lugar de oración de la comunidad.

Existía una visión muy general respecto del significado del maschid o lugar donde se veneraba a Dios. La Meca fue una singularidad como lugar específicamente destinado a la oración. Respecto de la oración lo que se fue estableciendo, ya desde el principio, fue lo siguiente: la manifestación concreta de la oración era lo que separaba a los musulmanes de los no musulmanes. La oración privada no estaba ligada a un lugar determinado, sino a una orientación: La “Quiblah”. Mientras que la oración colectiva iba unida a una llamada solemne, un “iman” que hablaba desde el “minbar”. Dentro de estos primeros elementos que pueden considerarse como constitutivos de la posterior evolución de las Mezquitas musulmanas se encuentra la transformación de la casa del profeta en Medina en un lugar donde acontecieron la mayoría de los hechos que terminaron las decisiones litúrgicas y políticas del Islam. La casa adquirió un cierto carácter sagrado y se convirtió en lo que podríamos llamar el primer maschid, “Mezquita”.[14]

Como se puede apreciar, todos los elementos que se han citado son cuestiones que tienen que ver más bien con la práctica, no con una determinación de formas arquitectónicas para edificios religiosos destinados a la comunidad islámica. A pesar de ello, es decir, de los superficiales requisitos y las mínimas características materiales que parece demandar el lugar de oración de los musulmanes, en la práctica, esta religión dio origen a un singular tipo de construcción que aparece en todos los territorios de población musulmana. Dos de los máximos ejemplos de Mezquitas islámicas primitivas son la Mezquita de Damasco y la de Córdoba. Esta última como ha sido precisado en la introducción será objeto de nuestro análisis.



Características generales de las mezquitas

Entre las características generales que se desprenden del análisis comparado de Mezquitas, realizado por Oleg Grabar,[15] se encuentran las siguientes: las mezquitas de cada ciudaad se ajustaban físicamente a la necesidad de tener un espacio único para la oración comunitaria, otros aspecto a destacar es que la Mezquita no era concebida como una entidad material completa, es decir, no existía un tipo arquitectónico ideal. Otro aspecto que se generalizó en la construcción de mezquitas fue el sistema hipóstilo de construcción, éste pareció ser el mejor sistema flexible que permitía pensar el conjunto del edificio como una entidad factible de ser ampliada fácilmente adhiriendo mas columnas. El sistema hipóstilo consistía en un elemento simple que se podía multiplicar a voluntad en cualquier dirección necesaria. Las columnas constitutivas de los edificios primitivos, en muchos casos como en Damasco, Jerusalén y también en Córdoba, las columnas fueron tomadas de edificios romanos o cristianos. A las columnas de segunda mano se unieron también columnas elaboradas para el propio edificio, eso sucedía en caso de que el edificio en construcción demandara demasiadas columnas, como en el caso de Córdoba.[16]

Respecto de las explicaciones existentes para la incorporación del sistema hispóstilo en las construcciones musulmanas, Oleg Grabar señala que muchas de las teorías que han intentado explicar el hecho, son insuficientes, por ejemplo la herencia de la tradición egipcia, mesopotámica o romana; también esta la explicación de la imitación de la casa del profeta que estaba constituida en su patio central por un conjunto de palmeras cubiertas con paja, esta explicación considera que la imitación de las palmeras produjo el sistema hipóstilo. No obstante, Grabar propone una cuarta explicación: ante la necesidad de un edificio amplio que permitiera a la población reunirse en comunidad a orar los días viernes, se optó en la construcción de las primeras mezquitas por una solución practica, construir un espacio techado, utilizando materiales de otras construcciones, columnas romanas o cristianas. Estas primitivas construcciones no eran edificios con un prototipo formal de significado sagrado, sino simples cobertizos.[17]

En la evolución de la Mezquita como elemento arquitectónico fueron apareciendo una serie de espacios a los que se les fue atribuyendo significados especiales. Estos elemeetos se fueron situando dentro del amplio sistema hipóstilo que contituía la mezquita primitiva, y se les puede considerar como genéricos porque irán apareciendo en la mayoría de las construcciones musulmanas destinadas a la oración colectiva:
* El minbar, pero este ya existía en tiempos del profeta. Era el lugar o púlpito oficial.
1. Minarete. Finalidad oficial era llamar a los fieles a la oración y sus forma era una alta torre unida directamente a la mezquita. Los primitivos minaretes eran cuadrados, pero luego aparecieron los minaretes en espiral. En los tiempos más primitivos la llamada a la oración se hacía desde el techo del edificio, luego adquirió forma arquitectónica y se trasformo en una torre.
2. Mihrab. Consiste en un nicho, habitualmente cóncavo y profusamente decorado, que se encuentra en la pared de la mezquita que está orientada hacia la Meca. (en Córdba el mihrab lo constituye toda una habitación). La explicación genérica dice que la razón de ser del mihrab es ordenar hacia la Meca. No obstante debido a razones tales como que este elemento arquitectónico no es visible desde gran parte del interior de la mezquita, no puede ser esa su misión. Al parecer conmemora la presencia del Profeta Mahoma, ya que en ese lugar se ubicaba para dirigirse a los fieles.
3. maqsurah. Espacio reservado al príncipe cerca del Mihrab, pero no constituyen característica tipológica ya que solo están presentes en Damasco y Córdoba.
4. Bayt al-mal. Elemento cubierto por una cúpula situado en el patio. Tampoco se convirtió en tipología de las mezquitas, pero donde existe, se interpreta como la casa del tesoro de la primitiva comunidad musulmana
5. Muro de la quiblah. Indica la orientación de la meca, lugar hacia donde debían mirar.

Estos elementos, sumados a la característica hipostila de las mezquitas fueron producto del desarrollo histórico de la religión y de las necesidades que iban surgiendo en la medida que crecía y se multiplicaba la población musulmana. Lo interesante, es que a pesar de la ausencia de un clero, de una liturgia y de una preconcepción de la naturaleza del edificio, de todos modos apareció un cierto prototipo posible de identificar en todas las regiones donde penetró y se instaló el Islam.[18]

Esta forma arquitectónica que nació sin requisitos preestablecidos se fue cimentando como prototipo y alcanzó este grado una vez que los Omeyas ya a principios del siglo VIII habían adquirido de forma sistemática la actividad de construcción de Mezquitas, lo que contribuyó a estandarizar las características que habían ido surgiendo productos de las necesidades y la tradición.

Un aspecto interesante de la mezquita es su limitado número de símbolos. El Islam evitaba los símbolos, así como también se mostró muy reacio a las imágenes. De todos los elementos constitutivos de la mezquita, solo el mirhrab aparece como un símbolo religioso de importancia, “pero por fastuosa que pudiera ser su decoración, nunca en la historia del Islam primitivo aparece como punto focal en el plano de la mezquita, de la manera en que estaba un altar en una iglesia cristiana”[19]


Construcción y decoración de la mezquita

Los muros eran, casi sin excepción gruesos y macizos, y rara vez estaban decorados en el exterior. En raras ocasiones se encuentra en el exterior símbolos que indicaran la naturaleza del edificio. Las puertas o pórticos empiezan a aparecer en las mezquitas a finales del siglo IX.

Pilares y columnas se encuentran presentes en la composición interna del edificio. Ninguno de ellos es aporte islámico. En general las columnas fueron tomadas de edificios antiguos, romanos o cristianos. Los pilares, generalmente anchos se confunden con paredes del edificio. La mayoría de los soportes está coronado por arcos, la mayor parte de ellos de medio punto, es decir, semicirculares. La utilización de estos arcos también se ajustan a los métodos primitivos. Las innovaciones respecto de los arcos, evidenciadas en Córdoba y que analizaremos con detención en el siguiente apartado, son una excepción, que tampoco puede ser considerada una invención plenamente musulmana, por sus raíces y conexiones directas con la arquitectura hispano-visigoda presente en la península antes de la llegada del Islam.
Decoración interior. La característica más notable de la decoración interior es su variedad. Abundan los mosaicos. En la Mezquita de Córdoba y Damasco existen pruebas de que sus artífices llegaron desde Constantinopla, con lo que queda probado que l bizantino no solo es influencia e inspiración, sino aporte directo.[20] La carpintería tallada y pintada, así como el estuco, se utilizaron para realzar las principales líneas arquitectónicas. La madera era de uso frecuente en la en la construcción y decoración de mihrabs, minbars y maqsurah. La piedra esculpida es más escasa, pero está presente en la Mezquita de Córdoba. El vidrio se utilizaba en las ventanas. Probablemente se utilizaron alfombras y tejidos. Se sabe por algunos textos que en las Mezquitas abundaban las cortinas en distintas partes de la Mezquita. La diversidad de técnicas y la no existencia de un canos n establecido de decoración es relevante ya que nos permite afirmar que en esta etapa primitiva del Islam no existía asociación entre la mezquita y las técnicas de decoración.

Un aspecto relevante respecto de la decoración de las mezquitas es lo que señala Oleg Grabar acerca de si es o no posible interpretar esta ornamentación como símbolos o solo deben ser consideradas como elementos embellecedores del conjunto arquitectónico. La respuesta entregada por este investigador apunta a sostener que la ornamentación de las mezquitas en esta etapa del Islam solo cumplían un rol ornamental.[21] Respecto de esto se puede señalar que en las Mezquitas es posible identificar dos tipos de decoración, una que apuntaba a resaltar algún aspecto de la construcción otorgándole así mayor importancia, y otra decoración que más bien cumplía un objetivo unificador, es decir, aspiraba a brindarle un aspecto homogéneo en su interior, soslayando con ello las continuas modificaciones o ampliaciones a las que una mezquita se veía sometida. Estas dos funciones son distintas y contradictorias: unifican o diferencian.

La escritura es otro aspecto de la decoración: una de los motivos más comunes en la decoración de la mezquita era a escritura de distintos textos árabes; la mayor parte procedía del Corán, pero también se incluían en algunos casos estadísticas que tenían que ver con el edificio en cuestión. Según señala Oleg Grabar, la utilización de la escritura árabe en los monumentos sí constituía un elemento mucho más que decorativo, expresaba significados concretos de la fe islámica. Incluso, según este autor es factible comparar el significado de la escritura con el significado de las imágenes de la cristiandad.[22]

Al principio, a utilización de la escritura no era algo generalizado en la arquitectura musulmana, ello se debe que en esta etapa los elementos provenientes de otras culturas eran los que predominaban en la composición, ello no solo desde el punto de vista de inspiración estilística, sino de un modo directo, como hemos mencionado, gran cantidad del material constitutivo de las Mezquitas más antiguas del Islam, incluida la Mezquita de Córdoba, objeto de nuestro estudio, está formada por material de acarreo proveniente del mundo pre-islámico. El rechazo a lo antiguo se producía sólo cuando era considerado como un mal para su integridad religiosa.

La mezquita: creación significativa del mundo musulmán

Como se ha expuesto, la mezquita hipóstila se convirtió en un tipo arquitectónico que tendió a repetirse en todo el mundo musulmán. Sus cualidades respondía a las demandas básicas de la ración comunitaria, facilitando futuros ensanchamientos de ser estos requeridos por el crecimiento poblacional. El prototipo original de tal edificio tal vez haya sido la casa del profeta, pero eso aun solo es una hipótesis, lo cierto es que cánones establecidos para la construcción de mezquitas no existen en el mundo islámico primitivo. El único requisito evidente que demandaba la religión musulmana al lugar de oración era que fuera un gran espacio capaz de albergar a la comunidad. Las demás características se fueron añadiendo como producto de necesidades y demandas históricas o bien como forma de ir dando forma arquitectónica a un conjunto de tradiciones, pero ninguna de las demás características cuneta con la característica de “esencial”.

La decoración que fue añadiéndose a la Mezquita no denota carácter originales la mayor parte de las veces se dio nueva lectura a técnicas preexistentes, por ejemplo los mosaicos, tan característicos del mundo bizantino. Lo que predominó no fue la innovación sino la relectura de formas existentes. “La única verdadera novedad del período islámico primitivo fue la lenta aparición de la caligrafía como vehículo para la estética y significado de los símbolos”.[23]

Finalmente, respecto de los símbolos nos parece necesario precisar que el Islám primitivo parece haberse alejado de los símbolos visuales que lo identificaran de forma clara y precisa. Ya sea por reacción hacia el arete cristiano o por razones netamente internas, la nueva religión nacida en el corazón de la Arabia, no dotó sus formas de significados litúrgicos o simbólicos, o más bien no impuso esos significados sobre el grupo social.

La posibilidad de proyectar nuestro análisis de la arquitectura musulmana a partir del estudio de una de estas obras la sustentamos a partir de las afirmaciones que todos los autores consultados, coinciden en señalar que la Mezquita de Córdoba es el mejor ejemplo para conocer la evolución de la arquitectura islámica en España, que para efectos del presente trabajo es nuestro foco de atención. Desde esta perspectiva, podemos tomar como punto de partida de nuestra investigación la siguiente afirmación: “La Gran Mezquita de Córdoba ilustra, como ningún otro edificio de al Andalus, la historia del arte islámico de construcción en España, con sus diversas peculiaridades estilísticas”.[24] No obstante lo anterior, y considerando el análisis realizado por Emilio Camps[25], es preciso comprender que si bien la Mezquita de Córdoba permite analizar el arte musulmán en España, no es menos cierto que en esta mezquita se encuentran muchos elementos singulares que no encuentran proyección en otras obras arquitectónicas del al Andalus.


IV. La Gran Mezquita de Córdoba como ejemplo representativo de la historia del arte islámico en España

Historia del ensanchamiento arquitectónico de la Mezquita (785-988)

Como ha sido precisado en el apartado anterior, la mezquita del viernes es la construcción más importante de una ciudad islámica. Todos los creyentes varones adultos deben encontrase allí los viernes al medio día para realizar el servicio religioso comunitario, y el gobernante o su representante pronuncia el sermón, con lo cual la función sacra se combina con la función política. “En efecto, la Mezquita del viernes es como el estandarte de la dinastía, y la expresión personal y monumental del poder político”.[26] Se considera a la Mezquita como una de las construcciones más espléndidas de Córdoba, fue encargada por el emir Abd al Rhman I en el año 785, tras haber escogido Córdoba como la capital emirato y luego del califato. Así también es la más antigua de las obras del arte sacro andalusí que se conservan hasta nuestros días.[27] Algunas hipótesis dicen que fue construida sobre las antiguas bases de la iglesia San Vicente. Corroboran esta hipótesis las excavaciones realizadas e 1930 al interior de la Mezquita. A través de los siglos sufrió muchas modificaciones, pero cada ampliación islámica respetaba la construcción original y reproducía sus formas, desde esta perspectiva se puede afirmar que Abd al Rhman I dejó su impronta en la totalidad del arte hispano-árabe.[28] No obstante como será analizado en el apartado siguiente, si bien las ampliaciones conservaron gran parte del legado arquitectónico precedente, la construcción evidencia una evolución significativa, sobre todo si se toma como punto de análisis las modificaciones sufridas por las arquerías.

La construcción de la Mezquita de Córdoba se levantó en un año comenzó en el 785 y concluyó en el 786 u 787, a las orillas del Guadalquivir. La rapidez es posible de explicar por dos factores: primero por que Abd al Raman deseaba contar pronto con una Mezquita a acorde con su dignidad y segundo ello fue posible porque en su construcción fueron utilizados diversos elementos extraídos de construcciones preexistentes, sobre todo columnas de templos romanos y visigodos.[29] Estas últimas habían pasado a manos musulmanas luego de las victoriosas campañas emprendidas contra los cristianos.

En el plano que se presenta a continuación se evidencian los continuos ensanchamientos de la Mezquita, desde su edificación en el año 785 hasta su última ampliación en el 988. La planta de la Mezquita es un amplio rectángulo de 175 por 128 metros y fue el resultado de un proceso histórico que había comenzado en el 785.

La mezquita de Córdoba, tal como aparece al final del siglo X, fue el resultado de un proceso histórico que comenzó en 785. La primera Mezquita, cuya base se presenta de color anaranjado en el plano que se expone a continuación, se construyó con once naves de 12 divisiones cada una, esta mezquita se alargó dos veces, en el 833-48 y el 965-66, ilustrado esto último con los colores Rosado y café, respectivamente. En el 987-88, considerando la imposibilidad de seguir alargando el edificio, lo que se hizo fue ensancharlo hacia el lado este, color celeste. Un aspecto que se aprecia claramente en el plano es que todas las ampliaciones respetaron la disposición original de arcos y columnas, con lo que se confiere al edificio una unidad arquitectónica. La costumbre de ampliar las mezquita, parece haber estado bastante extendida que son bastantes los ejemplos de ensanchamientos: Kufah, Basrah y Bagdad, en Medina, Amr y al-Azhar en Egipto, y en Nayin en el Irán.[30] En todos los casos los motivos de las modificaciones es el mismo: un cambio en la densidad de población de la ciudad.

PLANO MEZQUITA DE CÓRDOBA


Ahora bien, uno de los elementos más significativos de la mezquita desde el punto de vista actual es el hecho singular de que en su interior se aloje una Catedral Cristiano-católica. Este hecho se produjo a principios del siglo XVI, cuando el cabildo de Córdoba ordenó la construcción de una catedral al interior de la Mezquita, ello en el contexto de la reconquista realizada por el cristianismo y la expulsión de las fuerzas musulmanas de la península ibérica. Se afirma que para llevar a cabo tal decisión se tuvo que contar con la venia del emperador Carlos V, el cual, no obstante, cuando conoció la obra terminada, se dice que declaró las siguientes palabras: “Si hubiera sabido lo que había, no me habría atrevido nunca a tocar el viejo edificio. ¡Habéis destruido algo único en el mundo para colocar en su lugar algo que hay en todas parte!.”[31]

En las siguientes imágenes obsérvese el resultado de esta extraña mezcla entre la arquitectura musulmana y cristiana.

IMAGEN PANORÁMICA MEZQUITA



En la siguiente imagen se presenta la perspectiva general de la planta de la Mezquita de Córdoba tras la intervención cristiana. Como se puede ver, en el centro de la mezquita fue incrustada la Catedral con sus típicas formas: una nave central exaltada por una bóveda de crucería, que deja como rastro simbólico la forma de la cruz en su planta.

IMAGEN PLANO DE LA CATEDRAL CATÓLICA QUE FUE INCORPORADA EN LA MEZQUITA EN L SIGLO XVI



La composición de la mezquita en su interior y fachada será analizada en el apartado siguiente. Aquí nos referiremos a las peculiaridades decorativas del interior de la mezquita. Los adornos vegetal izados abundan en la Mezquita, así como también el revestimiento de arabescos. Según señala Barrucand, la decoración vegetalizada en ningún caso pude ser considerada como un simple transplante desde oriente. En este campo España contaba con una amplia tradición romana y visigoda.[32] Los muros de la mezquita están hechos de piedra labrada de color claro, los ladrillos solo fueron utilizados en las combinaciones que se hacían en las arquerías, otorgándole su máxima característica a la mezquita, ese matiz rojizo intercalado en sus arcos.

Lo más probable, aunque aun no se ha comprobado, es que la mezquita primitiva de Córdoba, no contó con alminar, pero ello era ago usual en las mezquitas de aquella época.
Respecto de la influencia de formas sirias, trasplantadas desde oriente, no se puede negar su importancia, no obstante, la Mezquita de Córdoba cuenta con una amplia influencia de elementos visigodos y romanos. Por una parte, como se ha precisado en apartados anteriores, ello se debe en forman directa a la utilización de columnas y capiteles españoles pre-islámicos en las construcciones más lujosas y representativas de las dinastía Omeya en España. Ello evidencia claramente la admiración de ciertas formas decorativas que asumirán como herencia de la España pre-islámica.


Ampliaciones de la Mezquita

Durante el reinado de Abderramán II (821-852) la ciudad goza de paz y prosperidad, convirtiéndose en la gran ciudad que nos describen las crónicas musulmanas. En el año 833 añadió ocho tramos más a la mezquita de Abderramán I, ampliándola considerablemente hacia el sur. Las columnas, también aprovechadas y por lo general visigodas, se utilizan sin bases. Aparecen en ella los primeros capiteles árabes que se han formado a partir de un modelo corintio.[33]

Al-Hakan II (961-976) vuelve a ampliar la mezquita de sus antepasados realizando los trabajos con gran rapidez. El aumento consistió en alargar doce tramos a la sala de oración. Las arquerías repiten el modelo de Abderramán I. De ellas hay que destacar la cúpula de la antigua capilla de Villaviciosa, así como la que precede al mihrab, recubierta de rico mosaico. El lujo de la decoración se concentra en la capilla del mihrab, destacando los mosaicos artísticos. El interior del mihrab se cubre con una enorme concha de yeso de gran valor decorativo. Inscripciones en alabanza del califa fechan esta obra en 965. A pesar de que es relevante la continuación de las formas y la unidad del edificio un aspecto que debe ser destacado y que será analizado con detención en el apartado siguiente son las innovaciones de esta etapa de ampliación. Con Al-Hakam, las arquerías intercalaron disposiciones nuevas, como las capillas lucernario, aparecen los arcos entrecruzados que aseguraban la estabilidad del edificio, también en esta etapa aparece por primera vez el arco lobulado, los cuales se entramaron en complicadas combinaciones. Sobre estas soluciones entrecruzadas aparecen las cúpulas enervadas que forman polígonos estrellados, es decir, las mismas arquerías entrecruzadas se proyectan hacia la cúpula y le dan forma y sostén.

La ampliación de Al-Hakan II es la que más explotó la riqueza decorativa del Islam en España, al parecer los precedentes están en Medina al Zahara. No obstante, como esta última fue destruida, el más impresionante testimonio del arte arquitectónico del califato se encuentra en la actualidad en la mezquita mayor de Córdoba.[34] Durante el periodo de Al-Hakan II se introduce además un material nuevo, el yeso, cuyas posibilidades se iban a explotar al infinito en las construcciones españolas. El aporte bizantino en esta etapa de la ampliación es concreto y se releja en el envió de artistas por parte del emperador Niceforo Phocas, para que se encargaran del adorno de las partes más relevantes de la Mezquita, la fachada del mirhrab y ala cúpula de su capilla.[35]

La ampliación de Almanzor, llevada a cabo entre 987 y 990, fue la última y más extensa de todas, no ofreciendo ya novedades arquitectónicas al edificio. La ampliación, por causa de la proximidad del río Guadalquivir, se hizo hacia el oriente, por lo que el mihrab quedó en el futuro descentrado. Parece ser que la ampliación de Almanzor es más que nada un alarde, hecho, con miras políticas y para afirmar su poder. En efecto, como señala, Fernando Chueca, cundo Almanzor comenzó su empresa constructiva de ampliación de la mezquita, la historia del monumento como emblema de creación artística ya había terminado. Su aporte, o mas bien su ampliación solo fue una mera repetición de formas preexistentes.[36]

Hasta ahora hemos analizado aspectos generales que caracterizan la arquitectura islámica en general y la composición de la mezquita de Córdoba en particular. A continuación centraremos nuestro análisis en uno de los aspectos que nos parece más relevantes para comprender las particularidades de la Mezquita, así como también uno de los elementos que pasará a constituirse en característica de la arquitectura musulmana en España. Nos referimos al arco de herradura.


Evolución arquitectónica del arco de herradura









El arco de herradura ha pasado a constituir una de las características de la arquitectura islámica en la península ibérica, no obstante, como se demostrará en el presente apartado, sus orígenes se encuentran no en la tradición islámica, si no en la península ibérica y sus artífices fueron los visigodos.


Desde el punto de vista teórico, el arco de herradura, considerado como forma arquitectónica tiene un valor decorativo dominante, producto de su peculiar prolongación más abajo del diámetro horizontal. No obstante como señala Emilio Camps, su valor constructivo no tiene nada que ver con su trazado interno, sino que es simplemente igual más o menos peraltado.[37] En todos los casos la curva reentrante de la herradura no pasa de ser un mero recorte de las dovelas o sillares bajos, sin valor constructivo.


Precedentes visigodos: la primera presentación española, al parecer, de un arco de herradura se da en la puerta de ingreso hacia el interior desde el pórtico de Santa Eulalia de Bóveda, cerca de Lugo, construcción de época bajo romana, fechada a finales del siglo III después de Cristo.


Santa Eulalia, puerta del pórtico y su trazado geométrico







Fuente: Camps, Emilio, Módulo, proporciones y composición en la arquitectura califal cordobesa, Editorial Instituto Diego Velásquez, Madrid 1953. Página iii

El que tenemos aquí es un arco de herradura, cuya prolongación es ¼ del radio.

La arquitectura hispano-visigoda tienen el arco de herradura como elemento favorito. Y su uso se reduce a un aspecto decorativo, no constructivo. “A esta idea de fragilidad responde el que cuanto más grandes y constructivos son los arcos, menor es su prolongación en herradura y más se acercan al de medio punto, mientras que se trata de arcos pequeños o decorativos, la herradura se prolonga por bajo del diámetro horizontal en más de la proporción típica de un tercio del radio”.[38]

Otro ejemplo de arco visigodo lo tenemos en la Iglesia de San Juan de Baños.

Iglesia de San Juan de Baños en Cerrato


Esta Iglesia se encuentra ubicada en Cerrato, cerca de la estación de Venta de Baños, en la Provincia de Palencia. Es el ejemplo más seguro de la arquitectura hispano-visigoda, debido a que en ella se conserva la inscripción dedicatoria del monarca Recesvinto, que la fecha en el año 661.[39] Como se puede apreciar en la imagen, en la puerta de entrada y en su parte superior se encuentran presentes en forma clara los arcos de herradura, los cuales se hacen aun más nítidos en su interior.

Desde el punto de vista constructivo, y según nos señala Emilio Camps, los arcos de herradura presentes en esta Iglesia, prolongan su curva de intradós (parte interna del arco), en 1/3 de su radio. La relevancia de este hecho radica en que en los primitivos arcos de herradura presentes en la Mezquita de Córdoba, repite exactamente el modelo visigodo.[40]



Interior de la Iglesia San Juan de Baños





En: http://www.arteguías.com/




Trazado esquemático de los arcos de herradura de la Iglesia San Juan de Baños






Fuente: Camps, Emilio, Módulo, proporciones y composición en la arquitectura califal cordobesa, Editorial Instituto Diego Velásquez, Madrid 1953. Página v


Arquerías primitivas de la mezquita de Córdoba

Como se ha dicho, los antecedentes inmediatos de los arcos de herradura presentes en la Mezquita de Córdoba se encuentran en la arquitectura hispano-visigoda. Por ello, si bien la herradura, como elemento arquitectónico pasó a constituirse en una característica de la arquitectura musulmana en España, nunca ha de olvidarse que no es un elemento creado en el seno del Islam, ni algo trasplantado desde el oriente.

No obstante lo anterior, la originalidad con que la arquitectura islámica dotó al arco de herradura, no radica e su invención, sino en su modo de utilización. Por todo el recinto de la Mezquita de Córdoba proliferan los arcos de herradura, pero estos no sostienen nada, es decir ningún muro descansa sobre ellos. Hasta ese momento, siempre el arco había sido concebido en función del muro que sostenía. “Ni en los grandes arcos de triunfo romanos, ni en los acueductos en que los arcos se tendían entre pilares, se habían dejado su trasdós, parte externa del arco, al aire”.[41] Obsérvense las siguientes fotografías que nos revelan el interior de la mezquita desde distintas perspectivas, destacan esencialmente la composición de las arquerías y su peculiaridad de sobreposición de arcos de medio punto sobre arcos de herradura.









Obsérvese ahora la estructura esquemática del trazado del sistema compositivo de los arcos de la Mezquita de Córdoba.

Mezquita de Córdoba. Trazado geométrico de las arquerías primitivas


Fuente: Camps, Emilio, Módulo, proporciones y composición en la arquitectura califal cordobesa, Editorial Instituto Diego Velásquez, Madrid 1953. Página xiii


En este esquema se aprecia claramente la sobreposición de dos tipos de arcos: medio punto y herradura. El primero de los cuales se encuentra ubicado en la parte superior y su característica principal es que su punto de apoyo corta exactamente la circunferencia interior por la mitad. El arco inferior, en cambio, proyecta su prolongación inferior en 1/3 del radio por debajo del diámetro horizontal.


Según las apreciaciones de Emilio Camps, al momento en que el arco adquirió existencia independiente del muro, se abrió las puertas para las futuras evoluciones que experimentaría el arco en la arquitectura califal cordobesa.[42] Desde esta perspectiva, si bien el arco de herradura utilizado en la parte primitiva de la mezquita de Córdoba no denota mayores innovaciones respecto de los arcos de herradura utilizado por la arquitectura hispano-visigoda, si manifiesta un amplio alcance innovador al hacer uso por primera vez de un arco cuya función básica dejaba de ser el sostén de un muro.

Los arcos de herradura en la Mezquita de Córdoba, si bien no cumplen una simple función decorativa, tampoco son parte fundamental de la estructura general, ya que su función se remite a ser un elemento de entibo (puntal, viga), mientras que los arcos constructivos propiamente tales son los semicirculares que van en lo alto. En las imágenes precedentes se evidencia claramente la diferencia entre estos dos tipos de arcos. Los superiores son arcos de medio punto, es decir, su base la constituye su radio. Mientras que los arcos inferiores, prolongan su curva por debajo del radio, en una proporción de 1/3, cuestión que recuerda la semejanza con los arcos visigodos. Respecto a esto último, Emilio Camps señala que la persistencia de caracteres constructivos desde lo hispano visigodo no debe ser una sorpresa, ya que la rapidez con que se hizo la parte primitiva de la Mezquita llevaron, por una parte, al empleo abundante de material preexistente, así como también e mano de obra e incluso tracistas peninsulares.[43]

Ahora bien, en las 5 fotografías anteriores, así como en el esquema explicativo, es posible evidenciar la peculiaridad de la construcción interna de la mezquita. La doble arquería que la constituye, fue la solución a un problema que tenía que ver con la altura. Los españoles carecían de una cantidad de grandes columnas que les permitieran sostener un edificio como el que pretendían proyectar. Los pequeños soportes que encontraron en la España visigoda no satisfacían estos planteamientos y no se ajustaban al enorme espacio de la mezquita. Era necesario encontrar la manera de elevar el edificio. Esta búsqueda condujo al sistema de arcos dobles.[44] La composición misma de arcos dobles, no puede ser considerada como original ya que existía previamente en Damasco el ejemplo de arcos sobrepuestos, pero la naturaleza de estos últimos es muy distinta. Obsérvese la siguiente fotografía y nótese que las arcadas superiores más bien parecen constituir un muro con aperturas en forma de arcos. Además, el efecto visual es que el sistema de arcos inferiores produce una base plana sobre el cual se sostienen los arcos superiores que están de orden 2 es a 1.



Damasco. Interior de la mezquita Omeya

Fuente: Grabar, Oleg, La Formación del arte Islámico, Editorial Cátedra, Madrid 1981. Página 117


Nacimiento del arco califal

La llamada “Puerta de San Estaban”, primitiva fachada de la Mezquita Cordobesa, construida en tiempos de Abd al-Rahman ofrece los más antiguos restos de decoración arquitectónica musulmana en España. A pesar de la disputa mantenida entre los arqueólogos acerca de la data real de la puerta, al parecer coinciden en señalar que el arco superior se remonta como mínimo al año 855 de la era cristiana.[45] Según los autores consultados, entre ellos, Fernando Chueca y Emilio Camps, esta puerta marca el paso entre las primitivas formas del arco de herradura, conectadas en forma directa y evidente con las formas hsipanovisigodas, y las formas califales del arco de herradura. “Es el primer arco de herradura musulmán plenamente codificado que ha llegado hasta nosotros”.[46]

Mezquita de Córdoba, Puerta de San Esteban


Fuente: http://www.legadoandalusi.com/

Las características del arco de herradura presentas en esta puerta marcan las bases de los futuros arcos de herradura utilizados por los musulmanes en España.

La prolongación de la parte interior del arco, es decir su intrados, llega hasta la mitad del radio por debajo del diámetro horizontal, con lo cual, la curva se circunscribe a un triangulo equilátero.



Arcos de lóbulos en la Mezquita de Córdoba


Mezquita de Córdoba, Sala de oración. Siglo IX



El origen del arco de lóbulos al parecer se encuentra en oriente y concretamente en Mesopotamia. En España aparece por primera vez en Medina Azzahra y luego en las ampliaciones de la Mezquita de Córdoba por Al-Hakam II.[47]

Los primeros arcos lobulados se tratan de arcos pequeños de tres lóbulos, cuyo eje central es un triángulo equilátero y donde el lóbulo central tiene mayor desarrollo que los otros, todos ellos enmarcados sobre un arco de herradura. Según indica Emilio Camps, al parecer estos tipos de arcos aparecieron por primera vez en la península en Medina Azzahra.[48] En la Mezquita encontramos varios ejemplos de estos arcos, la imagen inferior corresponde a la parte superior del Mihrab, datada en el siglo X.

En la imagen adjunta encontramos un pleno desarrollo del arco lobulado en la Mezquita de Córdoba. En ésta los caracteres esenciales son los siguientes: enmarcado sobre un gran arco de herradura, se ubican 11 lóbulos, de los cuales el central se ensancha levemente sobre respecto de los demás.

Arcos cruzados en la Mezquita de Córdoba

Los arcos cruzados y las bóvedas sobre los arcos son la más legítima muestra de la gloria de la arquitectura califal cordobesa: su principal valor es la originalidad.[49] En los arcos cruzados, según señala Emilio Camps, se proyectan todas las posibles innovaciones que podían derivarse del hecho de haber separado del muro la existencia de los arcos, entendidos a partir de la primera etapa de construcción de la Mezquita de Córdoba, como entidades independientes, con un valor no meramente contractivo.

Una peculiaridad de los arcos cruzados es que le otorgan un ritmo especial a la composición, ya que los ejes laterales de los arcos, pasivos, se transforman en ejes activos en la totalidad del conjunto arquitectónico. En la actualidad la Mezquita preserva 4 tipos de arcos cruzados, al parecer existió un quinto modelo de arco cruzado, pero las reformas realizadas para construir la Catedral Católica en el siglo XV, la sacó del mapa constructivo.

Mezquita de Córdoba, Tramo de arcos cruzados delante del mihrab


Mezquita de Córdoba.
Traza geométrica del tramo de arcos cruzados delante del mirhab.

Fuente: Camps, Emilio, Módulo, proporciones y composición en la arquitectura califal cordobesa, Editorial Instituto Diego Velásquez, Madrid 1953. Página LXIX


En la estructura de arcos cruzados que se muestra en la fotografía encontramos los siguientes elementos: en la parte superior tres arcos de herradura; bajo ellos se entrecruzan dos arcos de lóbulos que a su vez se proyectan hacia los costados, dando la impresión de continuidad.


Esta arquería que se ubica frente al mirhrab y en el costado norte de la llamada Capilla de San Pedro, sostiene la nave central de la Mezquita.

A simple vista lo que se observa desde abajo hacia arriba son tres arcos de herradura con tres lóbulos, de los cuales el central es notoriamente más grande. Sobre éstos lo que se evidencia es un entramado de lóbulos que adquieren casi un sentido horizontal. Entre este último elemento horizontal y los tres arcos inferiores se observan pequeños huecos que separan los lóbulos de la columna. Finalmente en la parte superior se ubican tres arcos de herradura simples, de los cuales la parte superior de su espacio interno se encuentra despejado, mientras que la parte inferior se cubre con la masa de lóbulos horizontales.

Desde el punto de vista estético, las características explicadas y evidenciadas en la imagen hacen afirmar a arquitectos y críticos del arte que esta arquería cruzada es “desgraciada, por la no identificación de las dos ramas del arco en su cruce en el lóbulo central, con lo que este resulta doble y deformado. Esto último es lo que produce la impresión de un gran bloque central, con predominio de masas casi horizontales”[50]

Mezquita de Córdoba, Arcos cruzados en el arranque de las arquerías colaterales y perpendiculares a la fachada del mirhrab


Segundo tipo de arcos cruzados en la Mezquita. Arcos cruzados en el arranque de las arquerías colaterales y perpendiculares a la fachada del mirhrab. Estos arcos cruzados de la Mezquita utilizan el mismo trazado anterior, pero ahora el lóbulo doble del centro, ya no existe, el problema ha sido solucionado, lo cual evidentemente indica una evolución respecto del anterior. Los cambios en la composición, le otorgan individualidad a cada una de las ramas de los arcos, con ello se produce una impresión armónica que le da claridad tanto a los arcos lobulados como a los arcos superiores de herradura.

Para una mayor claridad, exponemos a continuación las dos imágenes al unísono con el fin de que se perciban tanto las semejanzas como las diferencias entre ambas composiciones de arcos cruzados.


Como se observa, en los arcos cruzados de la imagen inferior, lo que se ha conseguido es liminar el efecto distorsionador del doble lóbulo central de los arcos. Con ello desaparece la impresión de masa continua de lóbulos en medio de la composición.


Lo que se hizo fue incorporara medio lóbulo en la parte superior del arco inferir, con el fin de que este medio lóbulo se transforme en el lóbulo de arranque de los arcos laterales. De este modo se hacen crecer los espacios vacíos entre las columnas y los lóbulos exteriores de los arcos, generando una impresión más estilizada del conjunto.



Conclusión


La fuerza expansiva del Islam, que llevó a la nueva religión, nacida en el corazón de la Arabia a principios del siglo VII, a ocupar amplias zonas del mediterráneo y de Asia, en menos de un siglo, condujo a los musulmanes hasta el extremo más occidental de Europa: la península ibérica. A los apetitos expansivos de los pueblos recién convertidos al Islam, se sumaron una serie de problemas intestinos de la península ibérica, que le hacían propensa a caer fácilmente ante una arremetida musulmana. Esto último fue efectivamente lo que sucedió. Un reino visigodo acorralado con intrigas internas producidas por los conflictos generados en la nobleza que aspiraba a hacerse con el trono de la monarquía, facilitó la empresa de conquista a los musulmanes, que ya estaban a principios del siglo VIII, instalados en las costas africanas frente a España.

Como fue explicado en el primer apartado del trabajo, la historia musulmana en la península ibérica abarca un período de tiempo muy definido que va desde el 711 al 1492. durante esta etapa, el mundo islámico y el cristiano se vieron obligados a enfrentarse y a convivir, continuas campañas bélicas mantuvieron en movimiento las fronteras que dividían a cristianos y musulmanes. El territorio ocupado por estos últimos en España adquirió el nombre de Al-Andalus, cuyo significado, aunque discutido, al parecer deriva de la arabización de la designación que los visigodos daban a esas tierras: “Landahlauts” (Tierra de sorteo). No obstante, desde le punto de vista geográfico y administrativo el territorio del Al-Andalus, hoy en día correspondería a la región sureste de España, que comprende las provincias de Almérida, Málaga, Cadiz, Huelva, Sevilla, Córdoba, Jaén y Granada. Originalmente Al Andalus comprendía la totalidad de la España islámica, que entre los siglos VIII y X ocupaba la mayor parte de la Península Ibérica.

Luego de analizar el aspecto geográfico de la expansión islámica, fue preciso conocer algunos de los elementos constitutivos de la nueva religión, entre los cuales destacan:

1. La profesión de fe: “Solo Dios es Dios y Mahoma es su profeta”
2. Oración cinco veces al día; oración comunitaria una vez a la semana.
3. El impuesto religioso
4. Observación del mes de ayuno
5. Peregrinaje a la Meca una vez en la vida


A estos elementos, sumamos la importancia de la Mezquita como elemento arquitectónico característico del mundo musulmán. El reducido número de preceptos religiosos establecidos por el Islam y la evolución arquitectónica del lugar destinado a la oración comunitaria, tienen una relación directa, ya que como fue analizado en el tercer apartado del trabajo, el origen y surgimiento de un modelo de mezquita musulmana, obedece a la necesidad de concretizar dichos preceptos, y por ello la Mequita no responde a un canon estructuralmente establecido, sino que es producto de la evolución histórica del Islam.

Del análisis de la Mezquita como elemento arquitectónico característico del Islam, obtuvimos que sus principales características son las siguientes:

Es un edificio hipóstilo, es decir, sostenido en su interior por columnas. La mezquita hipóstila se convirtió en un tipo arquitectónico que tendió a repetirse en todo el mundo musulmán. Sus cualidades respondía a las demandas básicas de la oración comunitaria, facilitando futuros ensanchamientos de ser estos requeridos por el crecimiento poblacional. El prototipo original de tal edificio tal vez haya sido la casa del profeta, pero eso aun solo es una hipótesis, lo cierto es que cánones establecidos para la construcción de mezquitas no existen en el mundo islámico primitivo. El único requisito evidente que demandaba la religión musulmana al lugar de oración era que fuera un gran espacio capaz de albergar a la comunidad. Las demás características se fueron añadiendo como producto de necesidades y demandas históricas o bien por necesidad de ir dando forma arquitectónica a un conjunto de tradiciones, pero ninguna de las demás características cuenta con la característica de “esencial”.

Entre éstas características, que se repiten en gran parte de las mezquitas se encuentran las siguientes:

1. Minbar. Era el lugar o púlpito oficial.
2. Minarete. Finalidad oficial era llamar a los fieles a la oración y sus forma era una alta torre unida directamente a la mezquita. Los primitivos minaretes eran cuadrados, pero luego aparecieron los minaretes en espiral. En los tiempos más primitivos la llamada a la oración se hacía desde el techo del edificio, luego adquirió forma arquitectónica y se trasformo en una torre.
3. Mihrab. Consiste en un nicho, habitualmente cóncavo y profusamente decorado, que se encuentra en la pared de la mezquita que está orientada hacia la Meca. (en Córdba el mihrab lo constituye toda una habitación). La explicación genérica dice que la razón de ser del mihrab es ordenar hacia la Meca. No obstante debido a razones tales como que este elemento arquitectónico no es visible desde gran parte del interior de la mezquita, no puede ser esa su misión. Al parecer conmemora la presencia del Profeta Mahoma, ya que en ese lugar se ubicaba para dirigirse a los fieles.
4. Maqsurah. Espacio reservado al príncipe cerca del Mihrab, pero no constituyen característica tipológica ya que solo están presentes en Damasco y Córdoba.
5. Bayt al-mal. Elemento cubierto por una cúpula situado en el patio. Tampoco se convirtió en tipología de las mezquitas, pero donde existe, se interpreta como la casa del tesoro de la primitiva comunidad musulmana
6. Muro de la quiblah. Indica la orientación de la meca, lugar hacia donde debían mirar.

Finalmente, Respecto de la decoración interna de las mezquitas, esta no denota carácter original. La mayor parte de las veces se dio nueva lectura a técnicas preexistentes, por ejemplo los mosaicos, tan característicos del mundo bizantino. Lo que predominó no fue la innovación sino la relectura de formas existentes. “La única verdadera novedad del período islámico primitivo fue la lenta aparición de la caligrafía como vehículo para la estética y significado de los símbolos”. [51]

Así pues, luego de obtener una panorámica general del significado de la Mezquita, nos adentramos en el análisis de la Mezquita de Córdoba, entendida esta última como una de las obras maestras de la presencia islámica en la península ibérica. A partir de su historia evolutiva, pudimos conocer sus principales características, muchas de las cuales son muestra de la evolución del arte islámico en toda la región del Al-Andalus. No obstante, también hicimos notar las particularidades que son propias de la Mezquita y que no encontraron proyecciones en otras edificaciones.

El principal elemento en el cual fue centrada nuestra atención fue la relevancia del arco de herradura como elemento arquitectónico singular de la arquitectura musulmana en España y las peculiares soluciones e innovaciones que tuvieron su origen en las sucesivas ampliaciones de la Mezquita. Así pues comprobamos que el arte arquitectónico musulmán en España, no significa bajo ningún punto de vista un mero traslado del mundo oriental arábigo a tierras occidentales. Las características esenciales de la religiosidad musulmana impregnan todas las obras andaluzas, pero ello no significa que las creaciones hispano-musulmanas sean meras repeticiones de modelos preexistentes en oriente.

En el caso emblemático del arco de herradura, pudimos comprobar que éste es de origen peninsular, específicamente visigodo, ya que los vestigios arquitectónicos de esa época así lo corroboran. Lo que hicieron los musulmanes fue recoger este elemento y dotarlo de peculiaridades singulares, tales como la magnifica solución encontrada para elevar el techo de la Mezquita aun sabiendo que las columnas con las que contaban eran de muy escasa altura. Lo que hicieron fue generar un sistema de doble arcada, de las cuales la inferior retoma el antiguo arco de herradura visigodo, mientras que el superior es diseñado como arco de medio punto. El aporte musulmán aquí es notable, ya que por primera vez el arco queda al descubierto, es decir, en su parte superior no sostiene ningún muro. Como vimos, este hecho puede tener también sus precedentes en la Mezquita de Damasco, pero las diferencias son muchas para restarle originalidad a la Mezquita de Córdoba. El ejemplo de Damasco no deja el arco descubierto, sino que genera un pequeño soporte horizontal sobre el que se sitúa el sistema de arcadas superiores, las cuales más se parecen a un muro entreabierto que aun conjunto de arcadas sobrepuestas.

Ahora bien, la evolución experimentada por el sistema de arcadas de la mezquita a lo largo de sus sucesivas ampliaciones es notable, alcanzando cada vez mayores grados de complejidades. Se crea, por ejemplo, las arcadas lobuladas, que luego pasan a ser arcadas lobuladas entrecruzadas, las cuales evidencian también una evolución estilística notable. Las primeras arcadas entrecruzadas lobuladas tenían la apariencia de masas confusas, poco estilizadas y complicadas de poco sentido estético. Luego estas arcadas evolucionaron y alcanzaron un alto grado de armonía estética, eliminando la sobrecarga de masa lobulada, y logrando hacer coincidir los múltiples lóbulos entrecruzados en lóbulos concéntricos que permitían despejar los espacios interiores de los arcos de herradura donde se enmarcaba toda la composición. (todos estos elementos están claramente esquematizados e ilustrados en el último apartado del trabajo)

Los aportes recogidos de las culturas pre-islámicas occidentales son múltiples y se reflejan en aspectos tales como la utilización de materiales de construcción cristianos y romanos, sobre todo columnas y capiteles extraído de edificios peninsulares. Por otra parte también se encuentra el hecho que concretamente participaran en la construcción y decoración del edificio personas y especialistas enviados desde Bizancio. Con ello se puede afirmar que los elementos preexistentes son recogidos por el mundo musulmán y le otorgan una nueva lectura y una nueva significación. Solo en aquellos casos donde los elementos vayan directamente en contra de su religiosidad, los aportes extra-musulmanes fueron rechazados. Esto último por ejemplo se evidencia en la reticencia de los musulmanes primitivos a incorporar signos y símbolos visibles como elementos institucionalmente establecidos en la composición de sus construcciones religiosas. En efecto, como fue analizado el tema de la Mezquita en el mundo musulmán, ésta no obedeció nunca a cánones estrictos previamente preconcebidos desde un poder central. Si en la práctica se generalizó la composición de la mezquita y sus elementos característicos, esto obedeció más bien a un desarrollo histórico y al interés de las dinastías reinantes por la proliferación de edificios dignos para realizar los actos piadosos obligatorios.




Bibliografía

Chueca, Fernando, Historia de la arquitectura occidental, editorial Dossat, Madrid 1979.

Camps, Emilio, Módulo, proporciones y composición en la arquitectura califal cordobesa, Editorial Instituto Diego Velásquez, Madrid 1953.

Barrucand Marianne, Arquitectura Islámica en Andalucía, Editorial Taschen, Italia 1992.
Hattstein, Markus, El Islam: el arte y arquitectura, Editorial Konemann, Barcelona 2000.
Hoag, John D., Arquitectura islámica, Editorial Aguilar, Madrid 1976.

Grabar, Oleg, La Formación del arte Islámico, Editorial Cátedra, Madrid 1981.



NOTAS
[1] Barrucand Marianne, Arquitectura Islámica en Andalucía, Editorial Taschen, Italia 1992. Página 22-23
[2] Ibidem, Página 23
[3] Ibidem, Página 25
[4] Ibidem, Página 21
[5] Hattstein, Markus, El Islam: el arte y arquitectura, Editorial Konemann, Barcelona 2000. Página 208
[6] Ver: Grabar, Oleg, La Formación del arte Islámico, Editorial Cátedra, Madrid 1981.
[7] Desde el punto de vista geográfico y administrativo, el nombre de Andalucía designa en la actualidad la región suroeste de España, que comprende las provincias de Almérida, Málaga, Cadiz, Huelva, Sevilla, Córdoba, Jaén y Granada. Originalmente Al Andalus comprendía la totalidad de la España islámica, que entre los siglos VIII y X ocupaba la mayor parte de la Península Ibérica. El origen del nombre Al Andalus fue hasta hace poco un misterios. Apareció por primera vez cinco años después de la conquista islámica en una moneda bilingüe con la inscripción latinia “Span_(nia)” y la árabe “Al Andalus”. Heinz Halm ha demostrado recientemente que “Al Andalus” es simplemente una arabización del nombre visigodo de la antigua provincia romana Bética: los visigodos dominaron esas tierras desde 468 hasta 711 antes de la conquista islámica. Se repartieron las tierras por sorteo. Los premios y las tierras se denominaban “Sortes Gothica” (El reino godo en su conjunto). Resulta posible suponer que la correspondiente designación goda “Landahlauts” (Tierra de sorteo) se transformó en AL-ANDALUS, con ello queda aclarada también la incorporación del artículo árabe “Al”. En: Barrucand Marianne, Ob. Cit., Página 11 -13
[8] Barrucand Marianne, Ob. Cit., Página 11
[9] Hattstein, Markus, Ob. Cit., Página 209
[10] Chueca, Fernando, Historia de la arquitectura occidental, Editorial Dossat, Madrid 1979. Página 293
[11] Grabar, Oleg, Ob. Cit., Página 111
[12] Ibidem, Página 112
[13] Ibidem, Página 115
[14] Ibidem, Página 116
[15] Ibidem, Página 122-150
[16] Ibidem, Página 124
[17] Ibidem, Página 128
[18] Ibidem, 137
[19] Ibidem, Página 139
[20] Ibidem, Página 143
[21] Ibidem, Página 146
[22] Ibidem, Página 147-148
[23] Ibidem, Página 149
[24] Hattstein, Markus, Ob. Cit., Página 218
[25] Camps, Emilio, Módulo, Proporciones y composición en la arquitectura califal cordobesa, Editorial Instituto Diego Velásquez, Madrid 1953.
[26] Barrucand Marianne, Ob.Cit., Página 40
[27] Ibidem, Página 39
[28] Idem
[29] Hattstein, Markus, Ob. Cit., Página 22
[30] Grabar, Oleg, Ob. Cit., Página 122
[31] Hattstein, Markus, Ob. Cit., Página 222

[32] Barrucand Marianne, Ob.Cit., Página 44
[33] Ibidem, Página 45
[34] Ibidem, Página 70

[35] Chueca, Fernaando, Ob. Cit., Página 311
[36] Idem
[37] Camps, Emilio, Ob. Cit., Página 19
[38] Ibidem, Página 21
[39] Ibidem, Página 62
[40] Iibidem, Página 63
[41] Ibidem, Página 23
[42] Ibidem, Página 24
[43] Ibidem, Página 24
[44] Grabar, Oleg, Ob. Cit., Página 142
[45] Chueca, Fernando, Ob. Cit., Página 28
[46] Camps, Emilio, Ob. Cit. Página 28
[47] Camps, Emilio, Ob. Cit. Página 39; Chueca, Fernando, Ob. Cit., Página 307.
[48] Camps, Emilio, Ob. Cit. Página 40
[49] Ibidem, Página 47
[50] Ibidem, Página 51
[51] Ibidem, Página 149





1 comentarios:

Anónimo dijo...

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