CONCEPTOS CLAVES: Carrera de armamentos - Temor nuclear - Equilibrio del terror - Disuasión atómica
Una de las características de la Guerra Fría fue el fortalecimiento de la carrera de armamentos. Cada una de las dos principales potencias se preocuparon de acrecentar sus arsenales bélicos y especialmente los nucleares.
En el año 1945, sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagazaki fueron utilizadas en combate las primeras bombas atómicas. A partir de entonces, EEUU realizó mejoras en el potencial de sus bombas. En 1952 hizo explotar una bomba de Hidrógeno, con un poder destructivo mil veces superior a las utilizadas en 1945.
En 1949 la Unión Soviética fabricó su primera bomba atómica y en 1953 su primera bomba de hidrógeno. Posteriormente consiguieron fabricar armas atómicas Francia, Gran Bretaña, China y la India.
Cualquiera de esos países estaba en condiciones de utilizar el arma atómica y causar destrucciones inmensas a un posible enemigo. Como el mundo estaba dividido en bloques, todo ataque nuclear hubiera causado la respuesta del bloque contrario y una serie de reacciones en cadena que hubieran llegado a acabar con la existencia humana.
Si bien es cierto, desde hoy resulta fácil afirmar que ninguna de las partes en disputa (EEUU – URSS), estaba dispuesta a llevar a cabo una confrontación directa de carácter nuclear, el temor a ese tipo de enfrentamiento fue real, y así podrán comprobarlo a partir de los diversos documentos que analizarán a continuación.
En el año 1945, sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagazaki fueron utilizadas en combate las primeras bombas atómicas. A partir de entonces, EEUU realizó mejoras en el potencial de sus bombas. En 1952 hizo explotar una bomba de Hidrógeno, con un poder destructivo mil veces superior a las utilizadas en 1945.
En 1949 la Unión Soviética fabricó su primera bomba atómica y en 1953 su primera bomba de hidrógeno. Posteriormente consiguieron fabricar armas atómicas Francia, Gran Bretaña, China y la India.
Cualquiera de esos países estaba en condiciones de utilizar el arma atómica y causar destrucciones inmensas a un posible enemigo. Como el mundo estaba dividido en bloques, todo ataque nuclear hubiera causado la respuesta del bloque contrario y una serie de reacciones en cadena que hubieran llegado a acabar con la existencia humana.
Si bien es cierto, desde hoy resulta fácil afirmar que ninguna de las partes en disputa (EEUU – URSS), estaba dispuesta a llevar a cabo una confrontación directa de carácter nuclear, el temor a ese tipo de enfrentamiento fue real, y así podrán comprobarlo a partir de los diversos documentos que analizarán a continuación.
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“Durante la Guerra Fría, generaciones enteras tuvieron que vivir con el temor a una guerra nuclear. Cada uno de los bandos se esforzó por no quedarse atrás en la carrera de armamentos, aunque ninguno de ellos estaba dispuesto a comenzar la guerra... haber comenzado la guerra nuclear hubiera significado sentenciar a muerte a la humanidad” (A.H.O)
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A CONTINUACIÓN ENCONTRARÁS 7 DOCUMENTOS REFERIDOS AL TEMOR NUCLEAR Y A LA CARRERA DE ARMAMENTOS DURANTE LA GUERRA FRÍA.
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DOCUMENTO 1:
Aprender a vivir con la Bomba.
¡Usted puede sobrevivir!. Usted puede sobrevivir a un ataque con bombas atómicas y no le hará falta equipos especiales, ni ropa de protección, ni un adiestramiento especial para lograrlo (...) ¿Cuáles son sus posibilidades? Si una moderna bomba cae sobre su ciudad sin previo aviso esta misma noche, sus posibilidades de sobrevivir serían aproximadamente éstas: si Ud. Fuera uno de los desafortunados que se encontraba justamente debajo de la bomba, no hay prácticamente esperanzas de sobrevivir. De hecho, en cualquier lugar a media milla del centro de la explosión sus posibilidades son de 1 sobre 10. por otra parte, y esto es muy importante, de media milla a una milla de distancia del centro, sus posibilidades son de 50 por ciento. De una milla a una y media, la posibilidad de morir es sólo de 15 por ciento. Y en todos los puntos que distan desde la milla y media a las dos millas, las muertes descienden muchísimo, hasta sólo 2 o 3 de cada 100. más allá de las dos millas, la explosión no causará casi ningún fallecimiento.Naturalmente sus posibilidades de ser herido son mucho mayores que las de resultar muerto. Pero hasta las heridas por radioactividad no significan que Usted quede lisiado o condenado a una muerte temprana. Sus probabilidades de conseguir una plena recuperación son más o menos iguales a las de los accidentes cotidianos. Estas estimaciones son válidas ara bombas atómicas modernas lanzadas sin aviso.No se deje engañar por habladurías irresponsables sobre “super-super bombas” (...)
Fuente: Folleto repartido por el gobierno norteamericano en las escuelas, 1950-1951. (En: Francisco Veiga, La Paz Simulada, 1941-1991, Alianza Editorial, Madrid 1998)
DOCUMENTO2:
La carrera de armamentos
El régimen de Brezhnev (Secretario General del Partido Comunista de la URSS entre 1964-1982), había empezado a arruinarse solo al emprender un programa de armamento que elevó los gastos en defensa en un promedio anual de 4 a 5% durante los 20 años posteriores a 1964. La carrera había sido absurda, aunque le proporcionó a la URSS la satisfacción de poder decir que había alcanzado la paridad con los Estados Unidos en lanzadoras de misiles en 1971, y una superioridad del 25% en 1976. Hasta el pequeño arsenal atómico soviético había disuadido a los Estados Unidos durante las crisis de Cuba, y hacia tiempo que ambos bandos podían convertir el uno al otro en un montón de escombros.
...Otra consecuencia de la guerra fría fue haber llenado al mundo de armas. Ese fue el resultado de cuarenta años de competencia constante entre los grandes Estados industriales por armarse a sí mismos para una gran guerra que podía estallar en cualquier momento; Cuarenta años en que las superpotencias compitieron por ganar amigos e influencias repartiendo armas por todo el planeta, por no hablar de cuarenta años de conflicto de baja intensidad con estallidos esporádicos de guerras de importancia.
Libro: Hobsbawn, Eric, Historia del Siglo XX, Editorial Crítica, Buenos Aires, 1998. Página 250-251
El régimen de Brezhnev (Secretario General del Partido Comunista de la URSS entre 1964-1982), había empezado a arruinarse solo al emprender un programa de armamento que elevó los gastos en defensa en un promedio anual de 4 a 5% durante los 20 años posteriores a 1964. La carrera había sido absurda, aunque le proporcionó a la URSS la satisfacción de poder decir que había alcanzado la paridad con los Estados Unidos en lanzadoras de misiles en 1971, y una superioridad del 25% en 1976. Hasta el pequeño arsenal atómico soviético había disuadido a los Estados Unidos durante las crisis de Cuba, y hacia tiempo que ambos bandos podían convertir el uno al otro en un montón de escombros.
...Otra consecuencia de la guerra fría fue haber llenado al mundo de armas. Ese fue el resultado de cuarenta años de competencia constante entre los grandes Estados industriales por armarse a sí mismos para una gran guerra que podía estallar en cualquier momento; Cuarenta años en que las superpotencias compitieron por ganar amigos e influencias repartiendo armas por todo el planeta, por no hablar de cuarenta años de conflicto de baja intensidad con estallidos esporádicos de guerras de importancia.
Libro: Hobsbawn, Eric, Historia del Siglo XX, Editorial Crítica, Buenos Aires, 1998. Página 250-251
DOCUMENTO 3:
El mérito de las armas nucleares
Los grandes de la tierra podrían aniquilar naciones enteras con solo pulsar un botón, pero saben que tendrían todas las posibilidades de contarse ellos mismo entre el número de las víctimas de la tempestad así desencadenada. Y si, por milagro, uno u otro lograra escapar, su victoria sólo le permitiría contemplar un reino de ruinas perdiéndose en la distancia y una raza minada en su descendencia por la otros enfermedad de las radiaciones.
No hay nada que compense este riesgo. Tienen pues que renunciar a la guerra abierta, como medio de hacer prevalecer sus ambiciones e intereses. Los planteamientos tradicionales de la política mundial se han visto trastornados en el mismo momento en que empezaban a enfrentarse en un duelo sin precedentes dos ideologías de pretensión universal, encarnadas cada una de ellas en un Estado con poder suficiente para hacer de él un candidato a la hegemonía.
La Guerra Fría es la mayor guerra de todos los tiempos. No ciertamente la que ha costado más vidas, Gracias a Dios, aunque su pretendida frialdad no debe deslumbrarnos, es la primera en la que se ha puesto en juego el dominio del mundo entero e incluso del espacio circundante, la primera que ha enfrentado, por encima de interese y pasiones a dos recetas de una bondad automática y universal.
Sería ridículo plantearla como una lucha entre el bien y el mal.
...Cada uno se ha ido acostumbrando a ver en el adversario un fuera de la ley contra quien todos los golpes estaban permitidos. El milagro es que haya podido establecerse entre estos dos mundos así enfrentados, una especie de coexistencia y que paulatinamente el diálogo y el esfuerzo de comprensión, hayan ido suplantando a la invectiva (ataque). Hay que reconocer que el mérito corresponde especialmente a los armamentos nucleares.
Libro: Andre Fontaine, Historia de la Guerra Fría, Editorial Luis Caralt, Barcelona 1970. (Autor francés. El libro se terminó de escribir en 1965)
Los grandes de la tierra podrían aniquilar naciones enteras con solo pulsar un botón, pero saben que tendrían todas las posibilidades de contarse ellos mismo entre el número de las víctimas de la tempestad así desencadenada. Y si, por milagro, uno u otro lograra escapar, su victoria sólo le permitiría contemplar un reino de ruinas perdiéndose en la distancia y una raza minada en su descendencia por la otros enfermedad de las radiaciones.
No hay nada que compense este riesgo. Tienen pues que renunciar a la guerra abierta, como medio de hacer prevalecer sus ambiciones e intereses. Los planteamientos tradicionales de la política mundial se han visto trastornados en el mismo momento en que empezaban a enfrentarse en un duelo sin precedentes dos ideologías de pretensión universal, encarnadas cada una de ellas en un Estado con poder suficiente para hacer de él un candidato a la hegemonía.
La Guerra Fría es la mayor guerra de todos los tiempos. No ciertamente la que ha costado más vidas, Gracias a Dios, aunque su pretendida frialdad no debe deslumbrarnos, es la primera en la que se ha puesto en juego el dominio del mundo entero e incluso del espacio circundante, la primera que ha enfrentado, por encima de interese y pasiones a dos recetas de una bondad automática y universal.
Sería ridículo plantearla como una lucha entre el bien y el mal.
...Cada uno se ha ido acostumbrando a ver en el adversario un fuera de la ley contra quien todos los golpes estaban permitidos. El milagro es que haya podido establecerse entre estos dos mundos así enfrentados, una especie de coexistencia y que paulatinamente el diálogo y el esfuerzo de comprensión, hayan ido suplantando a la invectiva (ataque). Hay que reconocer que el mérito corresponde especialmente a los armamentos nucleares.
Libro: Andre Fontaine, Historia de la Guerra Fría, Editorial Luis Caralt, Barcelona 1970. (Autor francés. El libro se terminó de escribir en 1965)
DOCUMENTO 4:
La paz asegurada por el equilibrio del terror
(Tras la Segunda Guerra Mundial) La situación hacia prever un tercer conflicto mundial, pero éste no se produjo. La explicación de esto va ligada a la introducción de un factor radicalmente nuevo en las relaciones internacionales: gracias a los más sorprendentes progresos tecnológicos que la historia humana jamás haya conocido, se ha sobrepasado por primera vez el límite de destrucción total. Cada una de las dos potencias hostiles, posee la capacidad de destrucción casi completa de su adversario, pero no tienen ningún medio para impedir que dicho adversario lo destruya a su vez totalmente.
Aunque uno de los dos atacase primero, el otro conservaría los suficientes medios de represalia, gracias a la dispersión de las bases, a los submarinos equipados, etc., para destruir casi por completo al agresor.
Así se llegó a la siguiente situación:
1. El empleo de la fuerza como último recurso de la política ya no tiene ningún sentido, puesto que este último recurso equivaldría a un suicidio colectivo.
2. En consecuencia las armas ya no se fabrican para ganar la guerra sino para disuadir al adversario de hacerla.
3. Esta situación de paz por el terror mutuo sería tranquilizadora para la humanidad si estuviera segura de que los responsables de los dos Grandes actuarán siempre de modo racional. Por desgracia, el acto de locura, el accidente que desencadenaría un cataclismo sin precedentes en la historia de la humanidad, no queda absolutamente descartado.
4. Por otra parte, tan sólo los grandes están casi completamente protegidos por este riesgo total. Probablemente sus aliados lo están, pero con menos certidumbre. Los otros pueden aun tener entre ellos conflictos armados convencionales en la medida en que estos conflictos armados queden localizados. Pero en cuanto un conflicto local corra el riesgo de quedar englobado en el conflicto Este-Oeste, se le bloquea inmediatamente (Ej. Suez)
Lo singular es que las dos grandes potencias se auto limitan por temor al Apocalipsis.
La paz asegurada por el equilibrio del terror
(Tras la Segunda Guerra Mundial) La situación hacia prever un tercer conflicto mundial, pero éste no se produjo. La explicación de esto va ligada a la introducción de un factor radicalmente nuevo en las relaciones internacionales: gracias a los más sorprendentes progresos tecnológicos que la historia humana jamás haya conocido, se ha sobrepasado por primera vez el límite de destrucción total. Cada una de las dos potencias hostiles, posee la capacidad de destrucción casi completa de su adversario, pero no tienen ningún medio para impedir que dicho adversario lo destruya a su vez totalmente.
Aunque uno de los dos atacase primero, el otro conservaría los suficientes medios de represalia, gracias a la dispersión de las bases, a los submarinos equipados, etc., para destruir casi por completo al agresor.
Así se llegó a la siguiente situación:
1. El empleo de la fuerza como último recurso de la política ya no tiene ningún sentido, puesto que este último recurso equivaldría a un suicidio colectivo.
2. En consecuencia las armas ya no se fabrican para ganar la guerra sino para disuadir al adversario de hacerla.
3. Esta situación de paz por el terror mutuo sería tranquilizadora para la humanidad si estuviera segura de que los responsables de los dos Grandes actuarán siempre de modo racional. Por desgracia, el acto de locura, el accidente que desencadenaría un cataclismo sin precedentes en la historia de la humanidad, no queda absolutamente descartado.
4. Por otra parte, tan sólo los grandes están casi completamente protegidos por este riesgo total. Probablemente sus aliados lo están, pero con menos certidumbre. Los otros pueden aun tener entre ellos conflictos armados convencionales en la medida en que estos conflictos armados queden localizados. Pero en cuanto un conflicto local corra el riesgo de quedar englobado en el conflicto Este-Oeste, se le bloquea inmediatamente (Ej. Suez)
Lo singular es que las dos grandes potencias se auto limitan por temor al Apocalipsis.
Libro: Duroselle, Jean, Europa de 1815 a nuestros días, vida política y relaciones internacionales, Editorial Labor, S.A., Barcelona 1978. Páginas 106-112
DOCUMENTO 5:
Exhortación del Papa Juan XXIII para trabajar por la Paz y evitar la III Guerra Mundial.
Exhortación del Papa Juan XXIII para trabajar por la Paz y evitar la III Guerra Mundial.
A los venerables hermanos Patriarcas, Primados, Arzobispos, Obispos y otros Ordinarios en paz y comunión con la Sede Apostólica, al clero y fieles de todo el mundo y a todos los hombres de buena voluntad.
La carrera de armamentos y el desarme
109. Vemos, con gran dolor, cómo en las naciones económicamente más desarrolladas se han estado fabricando, y se fabrican todavía, enormes armamentos, dedicando a su construcción una suma inmensa de energías espirituales y materiales. Con esta política resulta que, mientras los ciudadanos de tales naciones se ven obligados a soportar sacrificios muy graves, otros pueblos, en cambio, quedan sin las ayudas necesarias para su progreso económico y social.
110. La razón que suele darse para justificar tales preparativos militares es que hoy día la paz, así dicen, no puede garantizarse sí no se apoya en una paridad de armamentos. Por lo cual, tan pronto como en alguna parte se produce un aumento del poderío militar, se provoca en otras una desenfrenada competencia para aumentar también las fuerzas armadas. Y si una nación cuenta con armas atómicas, las demás procuran dotarse del mismo armamento, con igual poder destructivo.
111. La consecuencia es clara: los pueblos viven bajo un perpetuo temor, como si les estuviera amenazando una tempestad que en cualquier momento puede desencadenarse con ímpetu horrible. No les falta razón, porque las armas son un hecho. Y si bien parece difícilmente creíble que haya hombres con suficiente osadía para tomar sobre sí la responsabilidad de las muertes y de la asoladora destrucción que acarrearía una guerra, resulta innegable, en cambio, que un hecho cualquiera imprevisible puede de improviso e inesperadamente provocar el incendio bélico. Y, además, aunque el poderío monstruoso de los actuales medios militares disuada hoy a los hombres de emprender una guerra, siempre se puede, sin embargo, temer que los experimentos atómicos realizados con fines bélicos, si no cesan, pongan en grave peligro toda clase de vida en nuestro planeta.
112. Por lo cual la justicia, la recta razón y el sentido de la dignidad humana exigen urgentemente que cese ya la carrera de armamentos; que, de un lado y de otro, las naciones que los poseen los reduzcan simultáneamente; que se prohíban las armas atómicas; que, por último, todos los pueblos, en virtud de un acuerdo, lleguen a un desarme simultáneo, controlado por mutuas y eficaces garantías. No se debe permitir -advertía nuestro predecesor, de feliz memoria, Pío XII- que la tragedia de una guerra mundial, con sus ruinas económicas y sociales y sus aberraciones y perturbaciones morales, caiga por tercera vez sobre la humanidad.
113. Todos deben, sin embargo, convencerse que ni el cese en la carrera de armamentos, ni la reducción de las armas, ni, lo que es fundamental, el desarme general son posibles si este desarme no es absolutamente completo y llega hasta las mismas conciencias; es decir, si no se esfuerzan todos por colaborar cordial y sinceramente en eliminar de los corazones el temor y la angustiosa perspectiva de la guerra. Esto, a su vez, requiere que esa norma suprema que hoy se sigue para mantener la paz se sustituya por otra completamente distinta, en virtud de la cual se reconozca que una paz internacional verdadera y constante no puede apoyarse en el equilibrio de las fuerzas militares, sino únicamente en la confianza recíproca. Nos confiamos que es éste un objetivo asequible. Se trata, en efecto, de una exigencia que no sólo está dictada por las normas de la recta razón, sino que además es en sí misma deseable en grado sumo y extraordinariamente fecunda en bienes.
114. Es, en primer lugar, una exigencia dictada por la razón. En realidad, como todos saben, o deberían saber, las relaciones internacionales, como las relaciones individuales, han de regirse no por la fuerza de las armas, sino por las normas de la recta razón, es decir, las normas de la verdad, de la justicia y de una activa solidaridad.
115. Decimos, en segundo lugar, que es un objetivo sumamente deseable. ¿Quién, en efecto, no anhela con ardentísimos deseos que se eliminen los peligros de una guerra, se conserve incólume la paz y se consolide ésta con garantías cada día más firmes?
116. Por último, este objetivo es extraordinariamente fecundo en bienes, porque sus ventajas alcanzan a todos sin excepción, es decir, a cada persona, a los hogares, a los pueblos, a la entera familia humana. Como lo advertía nuestro predecesor Pío XII con palabras de aviso que todavía resuenan vibrantes en nuestros oídos: Nada se pierde con la paz; todo puede perderse con la guerra.
117. Por todo ello, Nos, como vicario de Jesucristo, Salvador del mundo y autor de la paz, interpretando los más ardientes votos de toda la familia humana y movido por un paterno amor hacia todos los hombres, consideramos deber nuestro rogar y suplicar a 1a humanidad entera, y sobre todo a los gobernantes, que no perdonen esfuerzos ni fatigas hasta lograr que el desarrollo de la vida humana concuerde con la razón y la dignidad del hombre.
118. Que en las asambleas más previsoras y autorizadas se examine a fondo la manera de lograr que las relaciones internacionales se ajusten en todo el mundo a un equilibrio más humano, o sea a un equilibrio fundado en la confianza recíproca, la sinceridad en los pactos y el cumplimiento de las condiciones acordadas. Examínese el problema en toda su amplitud, de forma que pueda lograrse un punto de arranque sólido para iniciar una serie de tratados amistosos, firmes y fecundos.
119.Por nuestra parte, Nosotros no cesaremos de rogar a Dios para que su sobrenatural ayuda dé prosperidad fecunda a estos trabajos
Convicciones y esperanzas de la hora actual
126. Se ha ido generalizando cada vez más en nuestros tiempos la profunda convicción de que las diferencias que eventualmente surjan entre los pueblos deben resolverse no con las armas, sino por medio de negociaciones y convenios.
127. Esta convicción, hay que confesarlo, nace, en la mayor parte de los casos, de la terrible potencia destructora que los actuales armamentos poseen y del temor a las horribles calamidades y ruinas que tales armamentos acarrearían. Por esto, en nuestra época, que se jacta de poseer la energía atómica, resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado.
128. Sin embargo, vemos, por desgracia, muchas veces cómo los pueblos se ven sometidos al temor como a ley suprema, e invierten, por lo mismo, grandes presupuestos en gastos militares. Justifican este proceder -y no hay motivo para ponerlo en duda- diciendo que no es el propósito de atacar el que los impulsa, sino el de disuadir a los demás de cualquier ataque.
129. Esto no obstante, cabe esperar que los pueblos, por medio de relaciones y contactos institucionalizados, lleguen a conocer mejor los vínculos sociales con que la naturaleza humana los une entre sí y a comprender con claridad creciente que entre los principales deberes de la común naturaleza humana hay que colocar el de que las relaciones individuales e internacionales obedezcan al amor y no al temor, porque ante todo es propio del amor llevar a los hombres a una sincera y múltiple colaboración material y espiritual, de la que tantos bienes pueden derivarse para ellos.
...La organización de las Naciones Unidas
142. Como es sabido, e1 26 de junio de 1945 se creó la Organización de las Naciones Unidas, conocida con la sigla ONU, a la que se agregaron después otros organismos inferiores, compuestos de miembros nombrados por la autoridad pública de las diversas naciones; a éstos les han sido confiadas misiones de gran importancia y de alcance mundial en lo referente a la vida económica y social, cultural, educativa y sanitaria. Sin embargo, el objetivo fundamental que se confió a la Organización de las Naciones Unidas es asegurar y consolidar la paz internacional, favorecer y desarrollar las relaciones de amistad entre los pueblos, basadas en los principios de igualdad, mutuo respeto y múltiple colaboración en todos los sectores de la actividad humana.
143. Argumento decisivo de la misión de la ONU es la Declaración universal de los derechos del hombre, que la Asamblea general ratificó el 10 de diciembre de 1948. En el preámbulo de esta Declaración se proclama como objetivo básico, que deben proponerse todos los pueblos y naciones, el reconocimiento y el respeto efectivo de todos los derechos y todas las formas de la libertad recogidas en tal Declaración.
145. Deseamos, pues, vehementemente que la Organización de las Naciones Unidas pueda ir acomodando cada vez mejor sus estructuras y medios a la amplitud y nobleza de sus objetivos. ¡Ojalá llegue pronto el tiempo en que esta Organización pueda garantizar con eficacia los derechos del hombre!, derechos que, por brotar inmediatamente de la dignidad de la persona humana, son universales, inviolables e inmutables. Tanto mas cuanto que hoy los hombres, por participar cada vez más activamente en los asuntos públicos de sus respectivas naciones, siguen con creciente interés la vida de los demás pueblos y tienen una conciencia cada día más honda de pertenecer como miembros vivos a la gran comunidad mundial.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el día de jueves Santo, 11 de abril del año 1963, quinto de nuestro pontificado
Fuente: Fragmento de la Encíclica publicada por Juan XXIII Pacem in Terris el año 1963. “Sobre la paz entre todos los pueblos que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad”
La carrera de armamentos y el desarme
109. Vemos, con gran dolor, cómo en las naciones económicamente más desarrolladas se han estado fabricando, y se fabrican todavía, enormes armamentos, dedicando a su construcción una suma inmensa de energías espirituales y materiales. Con esta política resulta que, mientras los ciudadanos de tales naciones se ven obligados a soportar sacrificios muy graves, otros pueblos, en cambio, quedan sin las ayudas necesarias para su progreso económico y social.
110. La razón que suele darse para justificar tales preparativos militares es que hoy día la paz, así dicen, no puede garantizarse sí no se apoya en una paridad de armamentos. Por lo cual, tan pronto como en alguna parte se produce un aumento del poderío militar, se provoca en otras una desenfrenada competencia para aumentar también las fuerzas armadas. Y si una nación cuenta con armas atómicas, las demás procuran dotarse del mismo armamento, con igual poder destructivo.
111. La consecuencia es clara: los pueblos viven bajo un perpetuo temor, como si les estuviera amenazando una tempestad que en cualquier momento puede desencadenarse con ímpetu horrible. No les falta razón, porque las armas son un hecho. Y si bien parece difícilmente creíble que haya hombres con suficiente osadía para tomar sobre sí la responsabilidad de las muertes y de la asoladora destrucción que acarrearía una guerra, resulta innegable, en cambio, que un hecho cualquiera imprevisible puede de improviso e inesperadamente provocar el incendio bélico. Y, además, aunque el poderío monstruoso de los actuales medios militares disuada hoy a los hombres de emprender una guerra, siempre se puede, sin embargo, temer que los experimentos atómicos realizados con fines bélicos, si no cesan, pongan en grave peligro toda clase de vida en nuestro planeta.
112. Por lo cual la justicia, la recta razón y el sentido de la dignidad humana exigen urgentemente que cese ya la carrera de armamentos; que, de un lado y de otro, las naciones que los poseen los reduzcan simultáneamente; que se prohíban las armas atómicas; que, por último, todos los pueblos, en virtud de un acuerdo, lleguen a un desarme simultáneo, controlado por mutuas y eficaces garantías. No se debe permitir -advertía nuestro predecesor, de feliz memoria, Pío XII- que la tragedia de una guerra mundial, con sus ruinas económicas y sociales y sus aberraciones y perturbaciones morales, caiga por tercera vez sobre la humanidad.
113. Todos deben, sin embargo, convencerse que ni el cese en la carrera de armamentos, ni la reducción de las armas, ni, lo que es fundamental, el desarme general son posibles si este desarme no es absolutamente completo y llega hasta las mismas conciencias; es decir, si no se esfuerzan todos por colaborar cordial y sinceramente en eliminar de los corazones el temor y la angustiosa perspectiva de la guerra. Esto, a su vez, requiere que esa norma suprema que hoy se sigue para mantener la paz se sustituya por otra completamente distinta, en virtud de la cual se reconozca que una paz internacional verdadera y constante no puede apoyarse en el equilibrio de las fuerzas militares, sino únicamente en la confianza recíproca. Nos confiamos que es éste un objetivo asequible. Se trata, en efecto, de una exigencia que no sólo está dictada por las normas de la recta razón, sino que además es en sí misma deseable en grado sumo y extraordinariamente fecunda en bienes.
114. Es, en primer lugar, una exigencia dictada por la razón. En realidad, como todos saben, o deberían saber, las relaciones internacionales, como las relaciones individuales, han de regirse no por la fuerza de las armas, sino por las normas de la recta razón, es decir, las normas de la verdad, de la justicia y de una activa solidaridad.
115. Decimos, en segundo lugar, que es un objetivo sumamente deseable. ¿Quién, en efecto, no anhela con ardentísimos deseos que se eliminen los peligros de una guerra, se conserve incólume la paz y se consolide ésta con garantías cada día más firmes?
116. Por último, este objetivo es extraordinariamente fecundo en bienes, porque sus ventajas alcanzan a todos sin excepción, es decir, a cada persona, a los hogares, a los pueblos, a la entera familia humana. Como lo advertía nuestro predecesor Pío XII con palabras de aviso que todavía resuenan vibrantes en nuestros oídos: Nada se pierde con la paz; todo puede perderse con la guerra.
117. Por todo ello, Nos, como vicario de Jesucristo, Salvador del mundo y autor de la paz, interpretando los más ardientes votos de toda la familia humana y movido por un paterno amor hacia todos los hombres, consideramos deber nuestro rogar y suplicar a 1a humanidad entera, y sobre todo a los gobernantes, que no perdonen esfuerzos ni fatigas hasta lograr que el desarrollo de la vida humana concuerde con la razón y la dignidad del hombre.
118. Que en las asambleas más previsoras y autorizadas se examine a fondo la manera de lograr que las relaciones internacionales se ajusten en todo el mundo a un equilibrio más humano, o sea a un equilibrio fundado en la confianza recíproca, la sinceridad en los pactos y el cumplimiento de las condiciones acordadas. Examínese el problema en toda su amplitud, de forma que pueda lograrse un punto de arranque sólido para iniciar una serie de tratados amistosos, firmes y fecundos.
119.Por nuestra parte, Nosotros no cesaremos de rogar a Dios para que su sobrenatural ayuda dé prosperidad fecunda a estos trabajos
Convicciones y esperanzas de la hora actual
126. Se ha ido generalizando cada vez más en nuestros tiempos la profunda convicción de que las diferencias que eventualmente surjan entre los pueblos deben resolverse no con las armas, sino por medio de negociaciones y convenios.
127. Esta convicción, hay que confesarlo, nace, en la mayor parte de los casos, de la terrible potencia destructora que los actuales armamentos poseen y del temor a las horribles calamidades y ruinas que tales armamentos acarrearían. Por esto, en nuestra época, que se jacta de poseer la energía atómica, resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado.
128. Sin embargo, vemos, por desgracia, muchas veces cómo los pueblos se ven sometidos al temor como a ley suprema, e invierten, por lo mismo, grandes presupuestos en gastos militares. Justifican este proceder -y no hay motivo para ponerlo en duda- diciendo que no es el propósito de atacar el que los impulsa, sino el de disuadir a los demás de cualquier ataque.
129. Esto no obstante, cabe esperar que los pueblos, por medio de relaciones y contactos institucionalizados, lleguen a conocer mejor los vínculos sociales con que la naturaleza humana los une entre sí y a comprender con claridad creciente que entre los principales deberes de la común naturaleza humana hay que colocar el de que las relaciones individuales e internacionales obedezcan al amor y no al temor, porque ante todo es propio del amor llevar a los hombres a una sincera y múltiple colaboración material y espiritual, de la que tantos bienes pueden derivarse para ellos.
...La organización de las Naciones Unidas
142. Como es sabido, e1 26 de junio de 1945 se creó la Organización de las Naciones Unidas, conocida con la sigla ONU, a la que se agregaron después otros organismos inferiores, compuestos de miembros nombrados por la autoridad pública de las diversas naciones; a éstos les han sido confiadas misiones de gran importancia y de alcance mundial en lo referente a la vida económica y social, cultural, educativa y sanitaria. Sin embargo, el objetivo fundamental que se confió a la Organización de las Naciones Unidas es asegurar y consolidar la paz internacional, favorecer y desarrollar las relaciones de amistad entre los pueblos, basadas en los principios de igualdad, mutuo respeto y múltiple colaboración en todos los sectores de la actividad humana.
143. Argumento decisivo de la misión de la ONU es la Declaración universal de los derechos del hombre, que la Asamblea general ratificó el 10 de diciembre de 1948. En el preámbulo de esta Declaración se proclama como objetivo básico, que deben proponerse todos los pueblos y naciones, el reconocimiento y el respeto efectivo de todos los derechos y todas las formas de la libertad recogidas en tal Declaración.
145. Deseamos, pues, vehementemente que la Organización de las Naciones Unidas pueda ir acomodando cada vez mejor sus estructuras y medios a la amplitud y nobleza de sus objetivos. ¡Ojalá llegue pronto el tiempo en que esta Organización pueda garantizar con eficacia los derechos del hombre!, derechos que, por brotar inmediatamente de la dignidad de la persona humana, son universales, inviolables e inmutables. Tanto mas cuanto que hoy los hombres, por participar cada vez más activamente en los asuntos públicos de sus respectivas naciones, siguen con creciente interés la vida de los demás pueblos y tienen una conciencia cada día más honda de pertenecer como miembros vivos a la gran comunidad mundial.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el día de jueves Santo, 11 de abril del año 1963, quinto de nuestro pontificado
Fuente: Fragmento de la Encíclica publicada por Juan XXIII Pacem in Terris el año 1963. “Sobre la paz entre todos los pueblos que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad”
DOCUMENTO 6:
Carrera de armamento nuclear: una característica de la Guerra Fría.
Durante la Guerra Fría se empleó la diplomacia nuclear... Para los norteamericanos, la superioridad nuclear no era solo un requisito de la seguridad nacional, sino una cuestión de supremacía nacional. Para los soviéticos, la superioridad nuclear norteamericana amenazaba su existencia.
Todos los gobiernos norteamericanos de la posguerra fueron objeto de presiones para que fabricaran más armas nucleares...
Con el fin de conseguir más apoyo del Congreso al incremento de los gastos de defensa, el complejo militar-industrial aprovechó repetidas veces el miedo de los ciudadanos de la Unión Soviética, para lo cual hizo estimaciones exageradas de las capacidades soviéticas.
Los soviéticos se sintieron obligados a mantenerse a la altura de su adversario, más avanzado en el campo de la tecnología, y con el tiempo lograron igualar en número, aunque no en calidad, prácticamente todas las principales armas nucleares de Estados Unidos. Se dio la paradoja de que el resultado final de este ciclo de acción-reacción fue un incremento de la inseguridad tanto norteamericana como soviética. Cuantas más armas norteamericanas apuntaban a la Unión Soviética, más armas nucleares soviéticas apuntaban a Estados Unidos
Libro: Ronald Powaski, La guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética, 1917-1991, Editorial Crítica, Barcelona 2000.
Carrera de armamento nuclear: una característica de la Guerra Fría.
Durante la Guerra Fría se empleó la diplomacia nuclear... Para los norteamericanos, la superioridad nuclear no era solo un requisito de la seguridad nacional, sino una cuestión de supremacía nacional. Para los soviéticos, la superioridad nuclear norteamericana amenazaba su existencia.
Todos los gobiernos norteamericanos de la posguerra fueron objeto de presiones para que fabricaran más armas nucleares...
Con el fin de conseguir más apoyo del Congreso al incremento de los gastos de defensa, el complejo militar-industrial aprovechó repetidas veces el miedo de los ciudadanos de la Unión Soviética, para lo cual hizo estimaciones exageradas de las capacidades soviéticas.
Los soviéticos se sintieron obligados a mantenerse a la altura de su adversario, más avanzado en el campo de la tecnología, y con el tiempo lograron igualar en número, aunque no en calidad, prácticamente todas las principales armas nucleares de Estados Unidos. Se dio la paradoja de que el resultado final de este ciclo de acción-reacción fue un incremento de la inseguridad tanto norteamericana como soviética. Cuantas más armas norteamericanas apuntaban a la Unión Soviética, más armas nucleares soviéticas apuntaban a Estados Unidos
Libro: Ronald Powaski, La guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética, 1917-1991, Editorial Crítica, Barcelona 2000.
DOCUMENTO 7:
Comenzar una Guerra nuclear era firmar un pacto suicida
La paz se mantuvo durante la Guerra Fría porque a pesar de la retórica utilizada por ambas parte, ninguna de ellas estaba dispuesta a llegar al enfrentamiento directo, por tanto, una de las premisas durante este periodo era que la coexistencia pacífica entre ambas potencias era posible.
Como ejemplos claros de esta situación tenemos la Guerra de Corea en 1950-53 y la crisis de los misiles en Cuba en 1962. En ambos casos las partes no se arriesgaron a comenzar el enfrentamiento directo porque conocían los riesgos que ello significaba. En el caso de Corea, Estados Unidos participó directamente, mientras que la URSS lo hizo de manera encubierta a través de los Chinos. Esa situación la sabían la norteamericanos, pero se mantuvo en secreto porque se dedujo que lo último que quería Moscú era un enfrentamiento abierto. En la crisis de los misiles en 1962 ambas partes retrocedieron y lograron salir del problema sin verse involucrados en la guerra directa.
La URSS aprendió durante la Guerra Fría que los llamamientos de Estados Unidos a “hacer retroceder al comunismo” no eran más que propaganda, ya que lo que primaba realmente era el respeto a la esfera de influencia soviética
Una vez que la URSS se hizo con armas nucleares, atómica 1949, hidrógeno 1953, ambas superpotencias dejaron de utilizar la guerra como arma política en sus relaciones mutuas, pues era el equivalente a un pacto suicida. Sin embargo, ambas superpotencias se sirvieron de la amenaza nuclear... la confianza de que no se utilizarían parecía estar justificada, pero al precio de desquiciar los nervios de varias generaciones. El ejemplo más significativo es la crisis de los misiles cubanos.
Durante la Guerra Fría se desplazó el enfrentamiento desde el ámbito de la razón al de la emoción. Tanto el gobierno soviético como el gobierno norteamericano satanizaron a su enemigo global, pero el gobierno soviético no tenía que preocuparse por ganarse los votos de los congresistas o por las elecciones presidenciales y legislativas, al contrario que el gobierno de los Estados Unidos. En esas circunstancias fue que el anticomunismo apocalíptico se volvió útil y tentador.
Un enemigo exterior que amenazase a Estados Unidos le resultaba práctico a los gobiernos norteamericanos, que habían llegado a la acertada conclusión de que los Estados Unidos eran ahora una potencia mundial. Como fantasma y como uno de los mayores obstáculos internos se encontraba el aislacionismo. Si los mismísimos Estados Unidos no estaban a salvo, entonces no podían renunciar a las responsabilidades y recompensas del liderazgo mundial, igual que hicieron al termino de la primera gran guerra.
... Las armas atómicas no se usaron, pese a que las potencias nucleares participaron en tres grandes guerras, aunque sin llegar a enfrentarse. Se involucraron en Corea, Vietnam y Afganistán, pero en ninguno de ellos el éxito estuvo de su parte, por ello los costosos equipamientos militares propios de la rivalidad entre las superpotencias demostraron ser ineficaces. Más evidentes resultan las consecuencias políticas de la Guerra Fría, que, casi de inmediato, polarizó el mundo dominado por las superpotencias en dos bandos claramente divididos.
Libro: Hobsbawn, Eric, Historia del Siglo XX, Editorial Crítica, Buenos Aires, 1998. Página 16-26
Comenzar una Guerra nuclear era firmar un pacto suicida
La paz se mantuvo durante la Guerra Fría porque a pesar de la retórica utilizada por ambas parte, ninguna de ellas estaba dispuesta a llegar al enfrentamiento directo, por tanto, una de las premisas durante este periodo era que la coexistencia pacífica entre ambas potencias era posible.
Como ejemplos claros de esta situación tenemos la Guerra de Corea en 1950-53 y la crisis de los misiles en Cuba en 1962. En ambos casos las partes no se arriesgaron a comenzar el enfrentamiento directo porque conocían los riesgos que ello significaba. En el caso de Corea, Estados Unidos participó directamente, mientras que la URSS lo hizo de manera encubierta a través de los Chinos. Esa situación la sabían la norteamericanos, pero se mantuvo en secreto porque se dedujo que lo último que quería Moscú era un enfrentamiento abierto. En la crisis de los misiles en 1962 ambas partes retrocedieron y lograron salir del problema sin verse involucrados en la guerra directa.
La URSS aprendió durante la Guerra Fría que los llamamientos de Estados Unidos a “hacer retroceder al comunismo” no eran más que propaganda, ya que lo que primaba realmente era el respeto a la esfera de influencia soviética
Una vez que la URSS se hizo con armas nucleares, atómica 1949, hidrógeno 1953, ambas superpotencias dejaron de utilizar la guerra como arma política en sus relaciones mutuas, pues era el equivalente a un pacto suicida. Sin embargo, ambas superpotencias se sirvieron de la amenaza nuclear... la confianza de que no se utilizarían parecía estar justificada, pero al precio de desquiciar los nervios de varias generaciones. El ejemplo más significativo es la crisis de los misiles cubanos.
Durante la Guerra Fría se desplazó el enfrentamiento desde el ámbito de la razón al de la emoción. Tanto el gobierno soviético como el gobierno norteamericano satanizaron a su enemigo global, pero el gobierno soviético no tenía que preocuparse por ganarse los votos de los congresistas o por las elecciones presidenciales y legislativas, al contrario que el gobierno de los Estados Unidos. En esas circunstancias fue que el anticomunismo apocalíptico se volvió útil y tentador.
Un enemigo exterior que amenazase a Estados Unidos le resultaba práctico a los gobiernos norteamericanos, que habían llegado a la acertada conclusión de que los Estados Unidos eran ahora una potencia mundial. Como fantasma y como uno de los mayores obstáculos internos se encontraba el aislacionismo. Si los mismísimos Estados Unidos no estaban a salvo, entonces no podían renunciar a las responsabilidades y recompensas del liderazgo mundial, igual que hicieron al termino de la primera gran guerra.
... Las armas atómicas no se usaron, pese a que las potencias nucleares participaron en tres grandes guerras, aunque sin llegar a enfrentarse. Se involucraron en Corea, Vietnam y Afganistán, pero en ninguno de ellos el éxito estuvo de su parte, por ello los costosos equipamientos militares propios de la rivalidad entre las superpotencias demostraron ser ineficaces. Más evidentes resultan las consecuencias políticas de la Guerra Fría, que, casi de inmediato, polarizó el mundo dominado por las superpotencias en dos bandos claramente divididos.
Libro: Hobsbawn, Eric, Historia del Siglo XX, Editorial Crítica, Buenos Aires, 1998. Página 16-26
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Ana Henríquez Orrego
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1 comentarios:
Muchas gracias :)¡Me ha sido muy útil tu información!
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