Conocer los elementos constitutivos de dicha revolución, sus planteamientos y objetivos, permite comprender que la Guerra Fría no es simplemente una lucha de poder entre dos Estados, aunque también tiene añadido tales elementos. Esta peculiar guerra es un enfrentamiento entre dos tipos de sociedades con planteamientos profundamente diferentes respecto de la organización social, política y económica.
Es una lucha que alcanza su concreción máxima una vez que ambas entidades políticas se instalan en la cúspide del escenario internacional, quedando frente a frente en mitad del continente Europeo, allí hasta donde sus tropas habían logrado llegar en la arremetida contra las tropas nazis. Desde esta perspectiva, la Segunda Guerra Mundial sólo viene a constituir el último paso que hará de la Guerra Fría un conflicto de orden mundial. Así la alianza forjada entre la Unión Soviética y los países occidentales, sólo habría significado un paréntesis en la historia de la Guerra Fría. Para el historiador británico Eric Hobsbawm la Alianza de Guerra contra Hitler constituye un hecho insólito y temporal, y a la vez “un proceso paradójico, pues durante la mayor parte del siglo, excepto en el breve período de antifascismo, las relaciones entre el capitalismo y el comunismo se caracterizaron por un antagonismo irreconciliable”.[1] En efecto, esto último será clave para comprender los acontecimientos que se suscitaron tras el fin de la guerra. Aquella “insólita alianza” no logró sobrevivir una vez que el enemigo común había sido derrotado.
GUERRA FRÍA ENCUBIERTA (1917-1945)
Síntesis histórica:
Desarrollo interno de la Unión Soviética y de sus relaciones internacionales con Occidente entre 1917 y 1945.
Las primeras medidas del régimen soviético
Tras la Revolución de 1917, Rusia se convirtió en el primer país en que un partido obrero alcanzaba el poder, por lo que carecía de experiencias previas sobre la construcción de una sociedad socialista.
En los días siguientes a su constitución, el Consejo de Comisarios del Pueblo promulgó una serie de decretos que pretendían satisfacer las principales reivindicaciones de las clases populares y conseguir su adhesión: el decreto sobre el final de la guerra proponía una paz sin anexiones ni indemnizaciones; el decreto sobre la tierra expropiaba sin contrapartida económica, las grandes propiedades, que pasaban a manos de comités agrarios; el decreto sobre empresas industriales ponía las fábricas bajo control de obreros y empleados; el decreto sobre las nacionalidades declaraba el derecho de los pueblos de Rusia a disponer libremente de su destino.[2]
En enero de 1918 se reunió la Asamblea Constituyente, prevista ya por los gobiernos anteriores a la revolución de octubre. Los bolcheviques eran minoritarios en ella, frente a una mayoría de los militantes del partido Socialista Revolucionario. Para Lenin, la Asamblea representaba el modelo político burgués frente a la democracia más profunda, la de los soviets, y precedió a su disolución. De este modo el poder soviético y la dictadura del proletariado se convirtieron en los pilares básicos de la Rusia revolucionaria. Paulatinamente, la oposición fue silenciada.[3]
En julio de 1918, el Congreso de los Soviets aprobó la primera constitución soviética, en la que se declaraba la decisión de construir el socialismo sin clases sociales ni Estado, y se confirmaba a los soviets como base del poder revolucionario.
Para el gobierno se convirtió en primer objetivo la desvinculación de la guerra.[4] En diciembre de 1917 se firmó un armisticio con Alemania y Austria-Hungría, y se abrieron negociaciones sobre la paz. Dentro del partido bolchevique, Lenin defendía la necesidad de alcanzar la paz a cualquier precio como única forma de asegurar la pervivencia de la revolución. La facción más radical, Trotski a la cabeza, se pronunciaba por la continuación de la guerra como forma de exportar la revolución a otros países.
Las presiones del ejército alemán forzaron al partido bolchevique (que a partir del 7 de marzo de 1918 adoptó el nombre de comunista), y al Gobierno a aceptar las duras condiciones impuestas por Alemania. La paz se firmó en la ciudad de Brest-Litovk el 3 de marzo de 1918. Rusia perdía 780.000 kilómetros cuadrados, perdía también 56.000.000 de personas, un tercio de la longitud de su red de ferrocarriles, un 73% de su producción de hierro, así como su provisión de carbón en un 89%.[5]
La Guerra Civil y el comunismo de Guerra
Entre 1918 y 1920, el nuevo régimen se enfrentó a una guerra civil que asoló el país, promovida por las fuerzas antirrevolucionarias y por la intervención extranjera.[6] Sin embargo, el régimen comunista se consolidó con la creación de la URSS.
Francia, Reino Unido y Japón intentando frenar el contagio revolucionario y castigar al nuevo régimen establecido en Rusia, que había expropiado todas las grandes inversiones de capitales extranjeros y que se negaba a devolver los empréstitos de la época zarista, enviaron cuerpos expedicionarios, pero sobre todo aportaron capitales y armas a los ejércitos antirrevolucionarios, conocidos como “Blancos”, enfrentaron a los revolucionarios del ejército Rojo.
Como ya fue señalado en el capítulo I, fue el año 1917 el que marcó el punto de inflexión en la relación entre Estados Unidos y Rusia. En este año la Revolución Bolchevique instauró en Rusia un nuevo tipo de gobierno, que comprendía también un nuevo tipo de sociedad. Un modelo que pretendía desplazar al actual modelo capitalista, liberal y burgués que predominaba hasta ese momento en el mundo. En efecto, “Cuando los bolcheviques subieron al poder en Rusia en noviembre de 1917, esperaban, como marxistas devotos, que los trabajadores del mundo, incluidos los norteamericanos, siguieran la iniciativa rusa y derrocaran a sus gobiernos dominados por el capital. Los capitalistas del mundo, incluidos los de Estados Unidos, temían que esa posibilidad se hiciera realidad”.[7]
La Revolución Bolchevique se llevó a cabo en Rusia mientras se desarrollaba la Primera Guerra Mundial. En esta última, Francia, Gran Bretaña y Rusia luchaban desde 1914 en el mismo bando contra los Imperios Centrales, Alemania y el Imperio Austro-Húngaro. Pero como se dijo, el año 1917 se produjo un giro crucial en los acontecimientos. Estados Unidos, que hasta entonces había proclamado su neutralidad, cambió de parecer y el 2 de abril de 1917 el Congreso declaró la guerra a Alemania. Mientras tanto, en ese mismo año, las desastrosas consecuencias de la guerra, produjeron en Rusia el derrocamiento de la monarquía zarista.
Así, tras un breve período de gobierno provisional (desde marzo a noviembre de 1917), triunfó en Rusia la revolución bolchevique. Los revolucionarios habían explotado muy bien la decisión del gobierno provisional acerca de mantener la participación Rusa en la guerra y habían alentado a la población a levantarse y exigir cambios radicales.
Pero la Rusia Bolchevique no encajaba con el mundo que quería diseñar el presidente Norteamericano, W. Wilson, tras la Primera Gran Guerra, ese mundo ideal que tenía por fundamento, aspectos tales como la cooperación internacional, la seguridad colectiva, los mercados abiertos y la autodeterminación de los pueblos. Esta última, según Wilson implicaba casi de forma automática la adhesión a los sistemas democráticos, por tanto, el concepto democracia también venía a añadirse al conjunto de características con las que debía contar ese mundo que surgiría tras la conflagración mundial.[8]
Efectivamente, todos esos conceptos formaban parte vertebral de los denominados “14 puntos de Wilson”, los cuales había presentado ante el pueblo norteamericano y ante los aliados europeos como imprescindibles dentro del nuevo orden internacional que debía surgir una vez que acabara la gran conflagración comenzada en 1914. “Obviamente, en el nuevo orden internacional que preveía Wilson no había ningún lugar para los bolcheviques comprometidos con el derrocamiento violento del capitalismo y la democracia”.[9] Desde esta perspectiva, en el nuevo orden mundial que vendría tras la guerra no habría habido lugar ni para la autárquica Rusia zarista, ni para la dictadura comunista que pretendía instaurar la revolución de 1917.
Por todo los expuesto, W. Wilson se negó a reconocer el gobierno Bolchevique, y, además, autorizó el envío de ayuda económica encubierta a las fuerzas antibolcheviques de Rusia, mientras que las otras dos grandes potencias capitalistas, Francia y Gran Bretaña, se decidieron a actuar de un modo más directo, con participación efectiva en la Guerra Civil Rusa, apoyando a las fuerzas antibolcheviques. No obstante, los objetivos de las potencias capitalistas se vieron frustrados, ya que “La intervención militar de las potencias capitalistas no hizo más que reafirmar los temores de los bolcheviques de que los objetivos principales eran ellos y no los alemanes. Aun cuando no logró derribar el régimen soviético, la intervención militar occidental en la guerra civil rusa sembró en la mente de los líderes soviéticos el temor eterno a un cerco capitalista y la creencia de que la guerra entre el comunismo y el capitalismo era inevitable.[10] Desde este momento se empiezan a configurar los elementos que van marcando el derrotero de las relaciones entre el mundo capitalista y el mundo comunista. Ha aparecido en escena un nuevo tipo de sociedad, a la que J. Fermandois ha denominado “Sociedad Revolucionaria”, incompatible en esencia con el tipo de sociedad tradicional encarnada en los países occidentales.[11]
En la guerra civil, el Ejercito Rojo, dirigido por Trotski, adquirió una rígida disciplina y una notable eficacia que le permitió acabar con los ejércitos blancos a fines de 1919. En los años siguientes los soviéticos recuperaron Ucrania, el Caucaso y Asia central. La consolidación del poder soviético se manifestó con la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas soviéticas (URSS) en diciembre de 1922. La guerra civil contribuyó a la radicalización del régimen y a la supresión de todo tipo de oposición política.[12]
Como se dijo, W. Wilson no reconoció al gobierno bolchevique y esa actitud la preservaron los gobiernos norteamericanos hasta 1933, cuando el Presidente F. Roosevelt decide cambiar la política seguida por sus antecesores respecto de la Unión Soviética. Entre 1933-34 se produjo el reconocimiento del gobierno soviético y el establecimiento de las relaciones diplomáticas. Recordemos las ya citadas memorias de George Kennan, quien tuvo la posibilidad de ser participe directo de aquel acercamiento.[13]
Como señala Powaski, Roosevelt creyó firmemente en la posibilidad de poder llegar a acercamientos y acuerdos fructíferos con Stalin, sobretodo después de 1941, cuando Alemania había comenzado la invasión de la Unión Soviética. “Roosevelt creyó que el ejército soviético podría tener inmovilizado a la mayor parte del ejercito alemán, con lo cual salvaría a Gran Bretaña y posiblemente evitaría la necesidad de que Estados Unidos participara directamente en la guerra. Así pues, Roosevelt hizo cuanto pudo por evitar una derrota soviética, incluido el envío de ayuda por el valor de miles de millones de dólares al amparo de la Ley de Prestamos y Arriendos. A partir de la entrada en guerra de Estados Unidos en diciembre de 1941, Roosevelt se esforzó mucho por mantener la Gran Alianza”.[14]
En efecto, Roosevelt manifestó siempre un gran interés por mantener en pie la Gran alianza, no obstante, su muerte se produjo justo al momento en que la guerra en Europa tocaba su fin, y como diría H. Kissinger, su sueño de las 4 grandes potencias gobernando el mundo no llegó a sobrevivirle[15]. Y es que terminada la lucha contra el enemigo común ya no había razones para seguir soslayando el sinfín de diferencias entre ambas entidades, más aún cuando tanto Estados Unidos como la Unión Soviética, sabíanse y sentíanse enormemente poderosos, de hecho, la guerra los había convertido en las principales o las únicas potencias militares del mundo. En Europa, vencedores y perdedores estaban exhaustos, mientras que en Asia, Japón había sido completamente derrotado y China retomaba los caminos hacia la guerra civil.
La URSS: Consolidación de un nuevo sistema económico y un nuevo tipo de sociedad
La Nueva Política Económica
La revolución había triunfado, pero los costes habían sido enormes. Al acabar la guerra civil, el país estaba agotado; el hambre, las enfermedades y la guerra habían causado millones de muertos; la producción agrícola era equivalente a dos tercios, respecto de la anterior a la guerra mundial; la industria se había reducido a una séptima parte; y las privaciones y el descontento eran generales.
Entre 1921 y 1927, la Nueva Política Económica (NEP) significó un giro radical en la política económica y social de la URSS. La idea fundamental de la NEP era reinstaurar, por breve tiempo, un capitalismo limitado con el fin de reconstruir la economía. Como señala Powaski, el objetivo de la NEP era salvar al país del desastre económico fomentando temporalmente el desarrollo de la empresa privada e intentando atraer inversiones y tecnologías extranjeras. Lenin arguyó que sólo después de que Rusia recuperase la salud económica sería posible reanudar la socialización de la economía.[16]
La economía se liberalizó en parte: se restableció la libertad de comercio interior; los campesinos, que habían pagado sus impuestos en especie, podían vender libremente los excedentes, se permitió la existencia de pequeñas empresas privadas en la industria y en los servicios; y se autorizó la entrada de capital extranjero. Pero el Estado siguió reservándose el control del crédito y de los sectores clave de la economía: ferrocarriles y otros medios de transporte, las grandes empresas, bancos y el comercio exterior. Al mismo tiempo, se introdujeron mejoras en la gestión de las empresas socializadas, que copiaron los procedimientos capitalistas, y se fomentó el cooperativismo en el comercio interior y en el campo.[17]
El Periodo Stalinista
Stalin protagonizó el segundo período de la historia de la URSS. Instauró una dictadura personal, consolidó el régimen soviético y convirtió la URSS en una gran potencia. Los pilares sobre los que se basó la época stalinista fueron la socialización de la tierra y la planificación económica.
Cuando Lenin se retiró del poder a causa de una enfermedad en 1923 no había claridad de quien sería su sucesor. En estas circunstancias quedó en manos del Comité central del Partido la elección del nuevo líder. Dos eran los candidatos principales: León Trotski y Stalin. El primero había sido Director del Soviet de San Petersburgo en 1905, organizador de la Revolución de Octubre y creador del Ejército Rojo. Stalin había tenido un papel activo en la Revolución de 1905 y estuvo deportado hasta 1917. Formó parte del Gobierno Bolchevique y ocupó la Secretaria General del Partido en 1922. Frente al pensamiento de Trotski, que insistía en la idea de la revolución mundial, Stalin defendía la tesis del ”socialismo en un solo país”. Esta posición era mayoritaria, teniendo en cuenta los sacrificios llevados a cabo desde 1917.[18] Desde la muerte de Lenin, la posición de Trotski se fue debilitando. Perdió los cargos que acumulaba, fue detenido y deportado a Siberia, y finalmente en 1929 fue expulsado de la URSS.
Socialización y planificación
El período comprendido entre 1927 y 1939 se caracterizó, desde le punto de vista económico y social, por la planificación de la economía y la colectivización del campo. La NEP fue oficialmente abandonada en abril de 1929, y la planificación estatal de la economía fue presentada como la respuesta de la economía socialista frente al liberalismo capitalista.[19] La planificación suponía la implantación de las directrices económicas, que sólo podían ser alcanzadas mediante el control de la producción industrial y la colectivización de la tierra.
Según las propias palabras de Stalin el objetivo de los planes quinquenales consistía en transformar a la URSS en un país industrial para eliminar hasta el final los elementos capitalistas, extender el frente de las formas socialistas de la económica y crear una base económica para la supresión de las clases en la URSS, para la construcción de una sociedad socialista. En esencia, el pan quinquenal debía convertir la pequeña economía rural en una gran economía colectivizada. Finalmente la labor del plan quinquenal consistía en crear en el país todas las condiciones técnicas y económicas necesarias par aumentar al máximo la capacidad de defensa, para permitir organizar una respuesta vigorosa a todas las tentativas de intervención a todos los intentos de agresión armada del exterior, o de donde quieran que vengan. [20]
El Primer Plan Quinquenal se inició el 1 de octubre de 1928. Sus principales objetivos eran la desaparición del sector privado, que había resurgido con la NEP, la autofinanciación de las grandes inversiones industriales ante la falta de empréstitos exteriores, la formación, a gran escala, de técnicos y mano de obra especializada, y el desarrollo de la industria pesada, así como la construcción de gigantescas obras publicas, que debían permitir a la URSS superar su atraso histórico. Como señala Powaski, el objetivo de Stalin al aplicar El Primer Plan Quinquenal era adoptar una política que consistía en emplear capital nacional, en vez de extranjero, para industrializar la Unión Soviética. El Primer Plan Quinquenal recurría a los contratos para adquirir ayuda técnica extranjera. Con este hecho, por primera vez desde la Revolución Bolchevique, empezaron a llegar a la Unión Soviética, grandes cantidades de artículos y ayuda técnica norteamericana. Durante el Primer Plan Quinquenal hasta mil ingenieros norteamericanos trabajaron en la Unión Soviética en virtud de contratos individuales, y muchos más llegaron a Rusia a trabajar para compañías estadounidenses que habían firmado contratos.[21]
Para alcanzar estos objetivos enormemente ambiciosos, se movilizó a la población de forma casi militar y se obtuvieron unos resultados espectaculares. El número de obreros industriales se doblo en cinco años, igual que la producción de carbón y hierro. La producción eléctrica se quintuplicó; pero los resultados en el campo fueron mucho menores, como consecuencia, sobre todo, de los aspectos negativos de la colectivización.[22]
El campo constituía uno de los principales problemas del gobierno stalinista, ya que la transformación que disfrutó durante la NEP, iba en contra de las ideas comunistas de eliminar la propiedad privada. Por el contrario algunos campesinos, los kulaks, se habían enriquecido y podían ser un peligro por su creciente poder económico. Una serie de medidas pusieron en marcha el proceso de colectivización, que acabó en una guerra abierta contra los propietarios agrarios. Pero la férrea voluntad de Stalin de acabar con la propiedad privada se impuso. En 1928 solo el 5% de las tierras formaban parte de las cooperativas (Koljoses) y de las granjas del estado (Sovjoses), en 1937 ambas agrupaban el 37%.[23]
La colectivización acabó con los Kulaks, pero con un coste enorme: Centenares de miles de campesinos murieron en una deportación inhumana. “Centenares de millares de familias fueron desposeídas de sus bienes y desterradas al norte... haya donde se producía alguna vacilación se enviaba a la tropa. Hubo centenares de revueltas como especialmente en el Caucaso y Siberia.[24] La producción ganadera se hundió por un período de tiempo muy largo, y el campo se quedó sin sus trabajadores más calificados.
El segundo plan quinquenal se llevó a cabo entre 1933 y 1937. Su balance final fue igualmente espectacular. La producción industrial se dobló, y la agraria aumento en un 50%. Las condiciones de vida de la población mejoraron y la sociedad soviética lograba su consolidación. El tercer plan quinquenal (1937-1942) tuvo que ser modificado para atender las necesidades de la guerra.
En 1939 en vísperas del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad soviética era muy diferente a la de 1917. El poder soviético se había consolidado y el partido comunista dominaba todos los aspectos de la vida de la URSS. La propiedad privada había sido abolida y la interpretación soviética del Marxismo se había hecho realidad. El país se había industrializado y las ciudades habían crecido de forma considerable.[25]
La Segunda Guerra Mundial
Desde el punto de vista del desarrollo de la Guerra Fría, la Segunda Guerra Mundial viene a constituir el hito fundamental que en definitiva se encargó de dejar frente a frente a Estados Unidos y la URSS. No es el objetivo del presente trabajo, ahondar en el desarrollo de este conflicto, sino señalar en qué medida esta conflagración se transformó en el último eslabón que condujo hacia la Guerra Fría Abierta.[26]
Un punto crucial en el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial estuvo dado por la firma del Pacto de No Agresión Germano Soviético. Stalin, al verse rechazado por los ingleses y los franceses, hizo un trato con Hitler el 23 Agosto de 1939 y firmó el Pacto de no-agresión Germano- Soviético. El pacto permitió a Hitler empezar la Segunda Guerra Mundial, mientras la Unión Soviética empezaba a ocupar los estados Bálticos y el Este de Polonia. La actitud de Stalin convenció a la mayoría de los norteamericanos que no se podía confiar en él.[27] Como Señala Henry Kissinger este hecho demostró un fuerte realismo político por parte del Gobierno Nazi y Soviético, pues a pesar de la fuerte carga ideológica a partir de la cual se constituían ambos sistemas, al final lo que primó fue el cálculo de los beneficios. En efecto, el interés geopolítico fue un nexo poderoso que atrajo a los viejos enemigos: Hitler y Stalin.[28] Hitler necesitaba contar con la neutralidad del coloso del Este para llevar a cabo sus planes, y a pesar de haber tildado abiertamente a Rusia como un pueblo “inferior dominado por los judíos” se buscó la negociación con la URSS. Para Stalin, Hitler era la muestra más extrema de la belicosidad intrínseca de las fuerzas capitalistas y así lo corroboraba a partir de la expansión alemana sobre Austria y Checoslovaquia.[29] No obstante ello, ambos líderes terminaron sellando su unión en Moscú en agosto de 1939. En la imagen que se presenta a continuación Vyacheslav Molotov (Ministro de Relaciones Exteriores de la URSS) firma el pacto bajo la mirada de Von Ribentropp (Ministros De Relaciones Exteriores de Alemania) y un sonriente Stalin.
Stalin utilizó el contexto mundial a su favor y anexó los territorios aledaños, además de Estonia, Letonia y Lituania, en Julio de 1940 también incorporó Besarabia y Bukovina, a expensas de Rumania. Comenzaba en estos territorios una brutal sovietización, implantando la dictadura comunista de partido único, y la nacionalización de fabricas, bancos, minas.[30]
Stalin esperaba que la guerra en Europa fuera larga, pero Holanda, Bélgica, Dinamarca y Noruega ya habían sido ocupadas en Junio de 1940, mientras que la resistencia francesa se venía abajo. Según señala Robert Service, si bien es cierto que Stalin y sus generales habían pensado ya en la posibilidad de una invasión alemana a la URSS, cuando ésta se produjo ,el 22 de julio de 1941, Stalin sufrió un colapso y el encargado de entregar el discurso para coger las armas fue Molotov. Para compensar el fracaso en Inglaterra, Alemania había roto el pacto de no-agresión, confiando en que su guerra relámpago, que ya tantos triunfos le había dado, aplastaría a los desprevenidos ejércitos soviéticos en breve plazo.[31]
La invasión alemana ponía fin a la cooperación entre Hitler y Stalin. Como señala Ronald Powaski, este hecho se produjo en momentos en que Estados Unidos seguía tomando medidas para que Gran Bretaña continuase luchando contra Alemania.[32] En efecto, debido a la brutal conquista de Polonia por parte de Alemania, la opinión norteamericana era cada vez más favorable a la idea de ayudar a los aliados, aunque sin llegar a una intervención militar directa de Estados Unidos. En noviembre de 1939, el Presidente Roosevelt logró que el Congreso modificara la Ley de Neutralidad, se sustituía el embargo de armas y se daba la posibilidad de que las potencias beligerantes pudieran adquirir armas en Norteamérica si ellas mismas se hacían cargo de su traslado. Este fue el primer paso significativo de Estados Unidos en la ayuda de los países que luchaban contra Hitler. No obstante como se podrá ver a partir del Mapa Nº 1, tales medidas no impidieron a Hitler hacer caer bajo las botas nazis a casi toda Europa. En pocas semanas, el ejército alemán invadió Dinamarca, Noruega, Bélgica, Luxemburgo, los países bajos y Francia. Como se ve en el Mapa Nº 1, el armisticio firmado por los franceses el 22 de junio dejó la mitad de Francia en poder de los alemanes, pero permitió a los franceses instaurar un gobierno en Vichy, que controlaba el sur del país. Aunque a decir verdad, este último también estaba bajo una fuerte influencia alemana.[33]
Con Francia fuera de combate, Gran Bretaña quedó sola ante la arremetida alemana. Ante tales circunstancias, el Congreso norteamericano volvió a tomar medidas cruciales para apoyar la causa británica. En marzo de 1941, la “Ley de Préstamos y Arriendos” autorizaba al presidente a vender, traspasar, intercambiar, arrendar o prestar envíos de municiones, alimentos, armas y otros artículos defensivos a cualquier nación cuya defensa, el presidente juzgase importante para la seguridad de Estados Unidos.[34]
Al principio la opinión pública norteamericana y el Congreso se resistieron a la idea de prestar ayuda a los soviéticos. No obstante, en septiembre de 1941 el gobierno norteamericano presentó al Congreso un segundo proyecto de ley de Prestamos y Arriendos, en él no se mencionaba específicamente la ayuda a la URSS pero tampoco se excluía.[35] El proyecto fue aprobado el 10 de octubre de 1941 y una semana después el Presidente Roosevelt hizo saber a Stalin que Estados Unidos proporcionaría a la Unión Soviética material por valor de 1.000 millones de dólares al amparo de la “Ley de Prestamos y Arriendos”. A cambio, los soviéticos accedieron a devolver el dinero en un periodo de 10 años, sin intereses.[36] Como señala Ronald Powaski, la aprobación de la Ley de Prestamos y Arriendos convirtió a Estados Unidos en Aliado de facto de Gran Bretaña y la URSS, cuestión que pasó a concretizarse tras el ataque perpetrado por Japón contra las bases norteamericanas instaladas en Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941.[37]
A partir de los mapas que se presentan continuación se muestra el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, sintetizada en tres etapas:
1. El avance progresivo de Alemania Nazi sobre Europa.
2. La arremetida Aliada contra las tropas Nazis.
3. Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
Mapa Nº 1
En el primer mapa se observa la expansión del Eje entre 1939 y 1942. Con el color verde oscuro, se identifica el territorio alemán antes de la guerra, las siguientes dos degradaciones del tono verde indican, por una parte, los territorios anexados a Alemania antes de 1939 (Austria y Checoslovaquia); mientras que la tonalidad verde más clara muestra la expansión de las tropas nazis por medio de los triunfos en la guerra. Como se puede apreciar, estos últimos alcanzan gran parte del territorio europeo: mas de la mitad de Francia ha caído en manos alemanas, Polonia ha sido ocupada en su totalidad y la URSS ha sido conquistada hasta la línea que corre de norte a sur entre Leningrado y Stalingrado, bordeando los límites de Moscú.
Mapa Nº 2
Con el color verde se muestran los territorios ocupados por el Eje (Alemania y sus Aliados) en su máxima expansión. A través de las flechas de color café se indica el avance de las tropas soviéticas, mientras que las flechas de color anaranjado señalan el avance de las tropas occidentales, lideradas por Estados Unidos y Gran Bretaña. Como se puede apreciar, la ofensiva anti-nazi en el Este de Europa estuvo en manos de la URSS, mientras que la liberación del oeste estuvo en manos de las dos principales potencias occidentales, EEUU y Gran Bretaña.
Mapa Nº 3
En este mapa se evidencian dos cambios fundamentales producidos por la Segunda Guerra Mundial: por una parte se observa, con el color amarillo, el ensanchamiento de la frontera soviética hacia el Oeste a costa de los países Bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) y también la anexión de Besarabia y Bukovina, a expensas de Rumania; en segundo lugar, la transformación importante producida por la Segunda Guerra Mundial fue la división de Alemania en dos zonas, que posteriormente, en el año 1949 pasaron a constituir la República Federal Alemana (RFA) y la República Democrática Alemana (RDA). Con la división de Alemania queda delineada la frontera de las zonas de influencias occidental y soviética, las cuales vinieron a significar la concreción de una línea divisoria esbozada por el avance de las tropas aliadas en la arremetida contra las tropas nazis. En efecto, como señala Rafael Aracil, en las conferencias interaliadas se estableció el mapa político de Europa, pero antes del fin de las hostilidades, la división política de Europa ya se había delineado y las esferas de influencia se había demarcado. Fue en las Conferencias de Yalta y Postdam donde se produjeron las modificaciones territoriales, pero ellas sólo confirmaron una situación de hecho, cimentada a partir de la relación de fuerza entre los aliados en 1945.
En el mapa también se pueden ver los lugares donde se realizaron las dos últimas Conferencias Interaliadas durante la Segunda Guerra Mundial (recuadros anaranjados). La primera de éstas se llevó a cabo en la costa Sur de Crimea, al sur de la Unión Soviética, en la ciudad de Yalta, entre el 4 y el 11 de febrero de 1945. La última Conferencia se realizó en Postdam, ubicada al norte de Berlín, entre el 17 de julio al 2 de agosto de 1945.
NOTAS
[1] Hobsbawm, Eric, Ob. Cit., Página 17
[2] Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 27.
[3] Service, Robert, Ob. Cit., Página 52
[4] Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 17.
[5] Ibidem., Página 22.
[6] Ver: Ibidem, página 25 -42
[7] Ibidem, Página 360
[8] Ver Kissinger, Henry, Ob. Cit., Capítulo IX: “La Nueva cara de la diplomacia: Wilson y El Tratado de Versalles”.
[9] Powaski, Ob. Cit., Página 360.
[10] Idem
[11] Fermandois, Joaquín, La Guerra Fría, Documentos Universitarios, Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso 1975. Página 9
[12] Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 42
[13] Ver páginas 25-28 del presente trabajo
[14] Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 362
[15] Ver Kissinger, Ob.Cit., Capítulo XVI, “Tres enfoques a la paz: Roosevelt, Stalin y Churchill en la Segunda Guerra Mundial”
[16] Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 43
[17] Ibidem, Página 44.
[18] Idem
[19] Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 45
[20] J. Stalin, Doctrine de L´URSS Paris 1938. En: Prats, Joaquim, Historia del Mundo Contemporáneo, Ed. Anaya, Madrid 1996, Página 72.
[21] Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 45.
[22] Service, Robert, Ob. Cit. Página 48.
[23] Service, Robert, Ob. Cit. Página 53.
[24] Luciani, G, Six ans a Moscow, Paris 1937. En: Prats, Joaquim, Ob. Cit., Página 207.
[25] Service, Robert, Ob. Cit., Página 232
[26] Ver eje cronológico, página 60
[27] Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 361
[28] Kissinger, Henry, Ob. Cit., Página 316
[29] Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 60
[30] Service, Robert, Ob. Cit., Página 246.
[31] Ibidem, Página 247
[32] Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 64
[33] Idem
[34] Idem
[35] Ibidem, Página 68
[36] Ibidem, Página 69
[37] Idem
* EXTRACTO: Tesis de pregrado Henríquez, Orrego, Ana, Propuesta Didáctica para la enseñanza de la Guerra Fría, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Viña del Mar, 2005.
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